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LAS OVEJAS DEL PERÚ

Capítulo 10: Pasos hacia la sanidad de la nación

Restauración de la comunión cristiana - - - - - Epílogo
Para hojear este capítulo:
Dejar atrás lo perdido
Identidad nacional
¿Ya perdonaste a Pizarro?
Una nueva perspectiva acerca del liderazgo
Dios, el modelo supremo de liderazgo
Jesucristo: el Rey Siervo
El líder que levanta a otros líderes
¿Quién es el verdadero líder?
La toma de decisiones en la iglesia del Nuevo Testamento
Una nueva visión del Perú

"¿No es más bien al ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria del Señor será tu retaguardia." (Isaías 58:6-8)

"Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones." (Isaías 61:4)

Después de experimentar la sanidad de Dios en tu propia vida, te tocará asumir tu parte de la responsabilidad por la sanidad de la nación entera.
Me pregunto si los mismos principios que llevan a la sanidad personal, pueden aplicarse también a la nación entera. ¿Puede el Perú como nación, renunciar a la voluntad opresora de los conquistadores y echarla fuera? ¿Puede el Perú como nación recuperar su propia voluntad y someterla bajo la voluntad de Dios? ¿Puede el Perú como nación derribar sus muros de autodefensa y establecer fronteras sanas? ¿Puede el Perú como nación perdonar a sus agresores? ¿Puede el Perú como nación recibir los nuevos mensajes de amor de Dios?
Por fin, muchos de los pasajes bíblicos que usamos para explicar estos principios, se refieren a ciudades y naciones enteras.

En este capítulo no iré mucho más allá de la exposición de unos principios bíblicos. Espero que el Señor guíe a mis hermanos peruanos a la aplicación concreta de estos principios.

Dejar atrás lo perdido

En los primeros capítulos vimos que el Perú ha perdido mucho a lo largo de su historia; no solamente bienes materiales, sino también la integridad emocional y espiritual. Por eso hay tanta gente que desea retroceder en el tiempo, a algún pasado glorioso; o que desea buscar su suerte en el extranjero donde "todo es mejor". Pero yo creo que el Perú como nación también tiene que "enterrar a sus muertos" y dejar atrás el pasado, después de un tiempo de llorar las pérdidas.
"No os acordáis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad." (Isaías 43:18-19)

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Identidad nacional

No sé quien fue quien dijo la curiosa frase: "El Perú no existe." Pero es obvio, después de todo lo dicho, que una persona abusada tiene un problema de identidad. Entonces no es nada extraño que el Perú tenga cierta dificultad para encontrar su identidad nacional. Este país fue sometido, a lo largo de su historia, a tantas voluntades e identidades extrañas, que ahora le cuesta descubrir su verdadera identidad.
Aquí hay un secreto: La identidad de cada nación viene de Dios. "Cuando el Altísimo dio su herencia a las naciones, cuando dividió a toda la humanidad, les puso límites a los pueblos ...." (Dtn. 32:8) - Fue Dios quien creó las naciones, y les dio su derecho de existir y su soberanía nacional.
Pablo, en su discurso en Atenas, va un paso más allá cuando dice: "De un solo hombre hizo (Dios) todas las naciones para que habitaran toda la tierra; y determinó los períodos de su historia y las fronteras de sus territorios. Esto lo hizo Dios para que todos lo busquen y, aunque sea a tientas, lo encuentren." (Hechos 17:26-27) - Los sucesos históricos tienen como propósito incentivar a las naciones para que busquen a Dios; que se esfuercen para descubrir el propósito divino que tienen como nación.
Al hablar de "Identidad" y "Propósito", estamos hablando a la vez de una responsabilidad. El Perú no encontrará su identidad, hasta que no esté dispuesto a asumir su responsabilidad ante Dios. Mientras el Perú sigue viéndose como una víctima pasiva en las manos de los poderosos, no encontrará su identidad. Pero Dios es más poderoso que los poderosos de esta tierra: El bendice a la nación que se decide seguir Sus caminos.

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¿Ya perdonaste a Pizarro?

¡Qué pregunta! dirás. Pizarro no me ha hecho nada a mí, además está muerto desde hace siglos. - Pero después de haber analizado las consecuencias tardías de la conquista, quizás parece un poco menos absurdo decir que posiblemente, de manera indirecta, Pizarro está todavía influenciando tu vida.

Por el siguiente pensamiento estoy en deuda con Loren Conningham - y él a su vez con otro pastor. Por tanto, lo relataré tal como él lo describe:

Un pastor en Montana me contó que una noche, de repente se encontró completamente despierto. Eran las 2:22 de la madrugada. Sintió que Dios le habló: "Tienes amargura en tu corazón. Te falta perdonar." - El no estaba consciente de nadie a quien no hubiera perdonado; por tanto preguntó a Dios a quién debía perdonar. El Señor dijo: "No has perdonado a Hitler." - "Pero Señor, Hitler ha muerto hace tiempo." - "Lo sé. Pero en tu corazón, él sigue vivo." - El pastor se recordó de las muchas veces que había imitado a Hitler para ridiculizarlo. Se dio cuenta de que esto le mantenía atado por dentro. Tenía un corazón endurecido contra una persona a quien nunca había conocido.
El dijo: "Está bien, Señor. Me decido perdonar a Hitler."
Loren Cunningham, "Winning God's Way" (Venciendo a la manera de Dios):

Lógicamente no podemos esperar que nuestro perdón tenga algún efecto sobre una persona muerta. Pero ¿cómo se llevan hoy los descendientes de los incas con los descendientes de los conquistadores?
Llama la atención que España es hoy en día uno de los países menos evangelizados de Europa, y del mundo en general. Varios misiólogos atribuyen este hecho a la herencia histórica del dominio musulmán, de la inquisición y de las conquistas.
Samuel Cueva, uno de los fundadores de la primera sociedad misionera peruana (AMEN), relata en su libro "La iglesia local en misión transcultural" como su misión recibió el llamado de Dios para alcanzar España con el Evangelio. Resaltan las muchas dificultades y la resistencia que la familia Cueva encontró al intentar comunicar esta visión a las iglesias peruanas.
¿Será que las puertas del arrepentimiento para España se abrirán, cuando los cristianos peruanos perdonen a España?

Lo que se aplica a las relaciones entre personas y con Dios, en cuanto al perdón, lo podemos aplicar igualmente a las relaciones entre naciones. Perú y España son como dos personas que tenían un pasado conflictivo, marcado por el abuso, pero que pueden entrar al proceso de sanidad que Dios ha provisto para ellas. De parte de España, este proceso empezaría con el reconocimiento de los pecados del pasado y el arrepentimiento (y probablemente la sanidad de las heridas que España sufrió bajo el dominio musulmán). De parte del Perú, empezaría con la sanidad de las heridas nacionales, y el perdón hacia España.

Desde la perspectiva de Dios, ni siquiera es necesario que toda la nación se ponga de acuerdo para hacer esto. Dios acepta a personas individuales como representantes de su nación:

"El pueblo de la tierra usaba de opresión y cometía robo, al afligido y menesteroso hacía violencia, y al extranjero oprimía sin derecho. Y busqué entre ellos un hombre que hiciese un muro y se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. Por tanto, derramé sobre ellos mi ira ..."
(Ezequiel 22:29-31)

¡Dios dice que él hubiera aceptado a un solo hombre como intercesor y representante de la nación ante él!

Ahora el Señor concede a nosotros, los cristianos, el derecho de ponernos de esta manera delante de Dios, como representantes de otras personas y de nuestra tierra: "De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo." (Mateo 18:18). El contexto de este verso habla exactamente de relaciones rotas que necesitan arrepentimiento y perdón para su restauración.
La clave está en la iglesia cristiana. Si la iglesia reconoce y asume su responsabilidad, empieza a actuar de manera limpia y justa, e intercede por su nación, entonces Dios puede obrar grandes cambios. Pero también, si la iglesia permite que dentro de ella misma continúe el abuso, con toda su predicación no va a cambiar nada.

Los cristianos primero tienen que llegar a la plena conciencia de la herencia histórica que el Perú está arrastrando como consecuencia de la conquista. Teniendo esta conciencia, podrán decidir y declarar que perdonan a los conquistadores y a su nación. Dios puede recibir a los cristianos que hagan esta declaración, como representantes de su nación, y empezar a dar la libertad prometida como consecuencia del perdón.
Por otro lado, si hay cristianos españoles que están leyendo estas páginas, les pido interceder a la manera de Daniel por los pecados pasados de su nación, y también considerar enviar una delegación al Perú para oficialmente pedir perdón, y que de esta manera cristianos de ambas naciones puedan juntarse ante Dios para declarar el arrepentimiento y el perdón en representación de sus naciones. Es claro que estas personas deberían ser representantes significativos de la comunidad cristiana de su país respectivo, y plenamente conscientes de lo que hacen.

El asunto se complica todavía por el hecho de que los peruanos son también, parcialmente, descendientes de los conquistadores. Podemos decir que mientras los peruanos no perdonan a los conquistadores, están en guerra contra una parte de sí mismos. En consecuencia, siempre habrá ciertas características en su personalidad (aquellas que se asemejan a la personalidad del conquistador) que tratan de negar, ocultar y suprimir. La falta de perdón, en este caso, bloquea el arrepentimiento en los mismos peruanos. Todavía no han llegado a aceptar que de la misma manera como "somos" los conquistados, también "somos" los conquistadores. No habrá cambio en estos aspectos, mientras se sigue disimulando y negando la existencia de este lado violento, impositivo y codicioso, del carácter peruano. Pero una vez aceptada esta realidad, y habiendo perdonado al "conquistador en nosotros mismos", le abriremos con esto la puerta al arrepentimiento y al cambio.

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Una nueva perspectiva acerca del liderazgo

La manera como el cambio puede alcanzar la nación, más allá de la esfera personal, es un cambio radical en la manera como se entiende y ejerce el liderazgo.
Personas sanadas pueden cambiar su manera de actuar dentro de las relaciones de autoridad donde viven (familia, iglesia, trabajo, estado). Con la ayuda de Dios, pueden superar su desconfianza y rencor contra las personas que representan autoridad. Con la ayuda de Dios pueden también superar la irresponsabilidad en sus propias acciones, que es consecuencia de esta misma desconfianza. En vez de someterse como "a la fuerza" a las autoridades, podrán percibir la sumisión como un acto voluntario, una decisión que hacen ellos mismos como hombres y mujeres libres, para honrar a Dios, no por temor a los hombres. En esta misma libertad pueden entonces también llamar la atención a aquellas autoridades que gobiernan mal, y "obedecer a Dios antes que a los hombres".
Donde estas personas sanadas están en una posición de liderazgo, pueden con la ayuda de Dios vencer los patrones abusivos a los cuales estaban acostumbrados. Empezarán a tratar a sus subordinados con más justicia y respeto.
Estos cambios se multiplicarán. Los buenos líderes tendrán buenos seguidores. Si Dios quiere, el cambio podrá alcanzar toda la nación.


Dios, el modelo supremo de liderazgo

La Biblia nos relata las vidas de muchos líderes, y podríamos aprender algo de cada uno de ellos. Pero si algunos de ellos son modelos para nosotros, lo son solamente en cuanto han sido "moldeados" según el modelo de Dios. Por tanto, antes de hablar de algunos de ellos, quisiera examinar el modelo perfecto que es Dios mismo.
Ya hemos hablado sobre la paternidad de Dios, que combina en sí mismo perfectamente la autoridad con el amor. Quiero ahora hablar sobre algunos aspectos del liderazgo de Jesucristo, que igualmente refleja el carácter de Dios.

Jesucristo: el Rey Siervo

Jesús se identificaba con sus seguidores.
El no se quedaba a una distancia inalcanzable de sus seguidores. Su identificación con ellos empieza con que él, el Hijo de Dios, se hizo hombre como nosotros (Fil.2:5-11, Hebr.2:14-18). Todas las dificultades que los discípulos podían experimentar en sus vidas, Jesús las conocía de experiencia propia. Vivía y trabajaba como uno de ellos. (No olvidemos que hasta cumplir los treinta años, Jesús realizaba el pesado trabajo de un carpintero.)

Jesús vino para servir.
Jesús enseñó a sus discípulos que el liderazgo debe servir para el bienestar de los seguidores. No solamente lo enseñó, sino lo demostró con su propio ejemplo. (Vea Marcos 10:42-45)
Y es que el servicio no es solamente un medio para avanzar, como lo toman algunos ("primero voy a servir, y cuando haya servido lo suficiente y alcanzado algunos méritos, me tocará ser servido"). No, Jesús dice que el que tiene mayor autoridad ("el primero") es el que tiene que servir más que todos los demás.

Jesús guiaba con su ejemplo.
Todo lo que Jesús esperaba de sus seguidores, él mismo lo hizo primero. Por eso, Jesús pudo decir: "Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí" (Mateo 10:29). Una parte del yugo la lleva el discípulo, y la otra parte del yugo la lleva el maestro.

Jesús comunicaba de manera transparente con sus discípulos.
Jesús caminaba y vivía junto con sus discípulos. El no tenía nada que esconder delante de ellos. El permitió que los discípulos compartiesen su alegría, sus victorias, pero también sus angustias y tristezas. Jesús era transparente ante ellos.

Jesús alimentaba a sus seguidores.
Esto lo podemos entender primeramente en un sentido muy literal. En diversas oportunidades, Jesús se preocupó personalmente por la alimentación física de sus seguidores. (Mateo 12:1-4, 14:15-21, 15:32-38, Lucas 10:7, Juan 2:1-10, 21:9-13).
También los alimentó emocionalmente y espiritualmente. Les hizo ver la bondad de Dios y les animó a seguir adelante. Les habló de su gran valor para Dios (Mateo 6:26, 10:29-31). Incontables veces les animó: "No temáis". El se preocupó de manera genuina por su bienestar.

Jesús convirtió a sus seguidores en líderes.
En varias oportunidades, Jesús expresó que él estaba dando autoridad y poder a sus discípulos (Lucas 10:19, 22:29-30, y otros)
La expresión más clara de esta "transferencia de poder" la tenemos en Juan 14:12: "De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre."
Jesús les dio a sus discípulos todos los conocimientos, todo el entrenamiento y todas las facultades que ellos necesitaban para hacer aun mayores obras que Jesús mismo. ¡Él no tenía miedo a que los discípulos le hicieran la competencia! Este es un gran contraste frente a muchos líderes contemporáneos, que se esfuerzan para mantener a sus seguidores "abajo" para mantener su posición de poder. De esta manera se impide el desarrollo de nuevos líderes, y todo el sistema se mantiene "bajo". Jesús, al contrario, levantaba a sus seguidores "arriba". Por eso, la iglesia primitiva tenía muchos líderes fuertes y capaces.

Consecuencias del ejemplo de Jesús:

En primer lugar, tenemos aquí el modelo para un buen líder, especialmente un líder cristiano. Quien está en liderazgo y no tiene un ejemplo vivo de lo que es un buen líder, lo tiene aquí en la persona de Jesús.

Pero a la vez tenemos que estar conscientes de que no podemos reproducir este modelo en nuestras propias fuerzas. Primero tenemos que descubrir que nosotros, como cristianos, ya estamos bajo este tipo de liderazgo que nos anima y libera. Nuestro "jefe supremo" no es aquel jefe que se aprovecha de nosotros, aquel profesor que nos enseña solo la mitad de lo que debemos saber, aquel gobernante corrupto, o aquel líder religioso que tuerce la Palabra de Dios para su propio beneficio. No, nuestro jefe supremo es Jesús, el que se identifica con nosotros, el que camina a nuestro lado, el que nos alimenta y nos anima, el que nos levanta y capacita para que seamos líderes como él. Cuando nos entregamos a Su liderazgo, de una manera mucho más consciente, entonces descubriremos que con Su ayuda sí podemos cambiar nuestro patrón de vivir y liderar.

El líder que levanta a otros líderes

Hubo un líder en la iglesia primitiva, en el cual podemos ver más que en cualquier otro el reflejo de esta característica de Jesús, de "levantar hacia arriba" a sus seguidores. Estoy hablando de Bernabé.
Bernabé no tiene una buena imagen en las iglesias peruanas porque no corresponde al modelo de un líder "machista" y "conquistador". Pero cuando seguimos su trayectoria, descubrimos que sin Bernabé nos faltaría la mitad del Nuevo Testamento. Sin Bernabé no hubiera habido ningún apóstol Pablo, y tampoco ningún evangelista Marcos. La importancia de Bernabé se reconoce en Hechos 14:14, donde se le llama "apóstol", aunque él no pertenecía a los doce.
Con Bernabé nos encontramos por primera vez en Hechos 4:36-37: "Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre, como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio y lo puso a los pies de los apóstoles."
La cualidad sobresaliente de Bernabé era su capacidad de consolar y animar. Esto era tan obvio que los apóstoles le dieron un nuevo nombre: "Hijo de consolación". Y a la vez vemos aquí el testimonio de su generosidad, su disposición para apoyar y ayudar.

La próxima vez encontramos a Bernabé en relación con Saulo (que más adelante se llama Pablo), poco después de su conversión. "Cuando (Saulo) llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo." (Hechos 9:26). Los cristianos dudaban de su conversión y no querían recibirlo en la iglesia. Una sola persona confió en él y lo defendió ante los líderes desconfiados: Bernabé. "Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles, y les contó cómo Saulo había visto en el camino al Señor, el cual le había hablado, y cómo en Damasco había hablado valerosamente en el nombre de Jesús. Y estaba con ellos en Jerusalén, y entraba y salía ..." - Sin Bernabé, Saulo no hubiera sido recibido en la iglesia.

Varios años después, encontramos a Bernabé como enviado especial de la iglesia en Jerusalén, para examinar la situación en Antioquía. En esta ciudad se juntaron por primera vez unos griegos, no judíos, con la iglesia cristiana. Esto se veía con bastante sospecha: Todavía por varios años iba a ser un punto de discusión, si la iglesia podía admitir a miembros que no eran judíos. - Pero Bernabé no tenía estos prejuicios: "Cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor. Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor." (Hechos 11:23-24) Otra vez vemos esta cualidad de Bernabé, de animar y "levantar" a otros. Como resultado, la iglesia creció grandemente.
Inmediatamente después, Bernabé trae a Saulo desde Tarso a Antioquía para que le ayude en la dirección de la iglesia. Al estudiar la vida de Saulo/Pablo, encontramos que deben haber pasado entre trece y dieciséis años desde su conversión, sin que él hubiera ejercido algún liderazgo reconocido. Otra vez es gracias a la intervención de Bernabé, que Saulo llega a asumir un liderazgo en la iglesia. Fue Bernabé quien vio el potencial en Saulo y le ayudó a realizarlo.
Un año más tarde vemos a Bernabé y Saulo partir para su primer viaje misionero. Bernabé es nombrado primero, en Hechos 13:2 y 13:7, obviamente porque él era el líder de esta empresa. Pero después ocurre un cambio: "Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos ..." (Hechos 13:9) - El nombre de Saulo cambia a Pablo, y desde entonces él ocupa el primer lugar: "Pablo y Bernabé" (Hechos 13:13, 13:43, 13:46, 13:50). Esto sucede en relación con una manifestación del poder de Dios por medio de Pablo.
Aunque el texto bíblico no lo menciona, es casi seguro que fue el mismo Bernabé quien cambió el nombre de Saulo a Pablo. Encontramos en varios lugares del Nuevo Testamento que un líder cambia el nombre de un seguidor, como también el mismo Bernabé había recibido un nuevo nombre. Puesto que el nombre significa la identidad de una persona, el cambio del nombre indica un cambio de identidad, o el inicio de una nueva etapa de la vida. Bernabé, reconociendo el llamado apostólico de Pablo, cede su posición de líder y permite que Pablo tome la delantera.
Esta no es ninguna señal de debilidad; al contrario: Es una señal de la grandeza de Bernabé, que él reconocía el potencial y el llamado divino en otras personas, y les daba la posición que correspondía con su llamado. Es el reflejo de las palabras de Jesús: "y aún mayores obras hará." Bernabé permitió a Pablo hacer mayores obras que él mismo.

Después de muchas aventuras, que pasaremos por alto, vemos a Pablo y Bernabé alistarse para su segundo viaje misionero. Allí surge un problema: "Y Bernabé quería que llevasen consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos; pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia, y no habia ido con ellos a la obra. Y hubo tal desacuerdo entre ellos, que se separaron el uno del otro; Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre, y Pablo, escogiendo a Silas, salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor ..." (Hechos 15:37-40)
La Biblia no emite ningún juicio sobre quién tenía la razón en este desacuerdo; por eso creo que tampoco nos compete a nosotros emitir un tal juicio. Los dos, Pablo y Bernabé, tenían buenas razones para su opinión. Aunque no llegaron a un acuerdo, me parece importante que ninguno de los dos por eso hubiera descalificado al otro. Llegaron a una solución donde era posible que ambos continuaran la obra misionera.
Y vemos aquí otra vez esta cualidad de Bernabé, de "levantar" a otros líderes, en este caso a Juan Marcos. A pesar de su fracaso en el primer viaje misionero, Bernabé estaba dispuesto a darle una segunda oportunidad y así salvar su carrera. La historia posterior demuestra que Bernabé no estaba equivocado: este Juan Marcos es conocido como el autor del Evangelio según Marcos. Pablo mismo reconoció hacia el final de su vida la utilidad de Marcos para la obra de Dios: "Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio." (2 Timoteo 4:11).

Muchos líderes han llegado a tener autoridad gracias a un "Bernabé" quien les animaba y les daba una oportunidad. El Perú podría tener a mucho más líderes capaces, si hubiera más "Bernabés" que levantaran a nuevos líderes, en vez de rebajarlos.

¿Quién es el verdadero líder?

Tenemos también ejemplos de líderes que ellos mismos eran dependientes de otras personas.

El rey Acab, con quien se enfrentó el profeta Elías, era probablemente el más malvado y más idólatra de los reyes de Israel. Pero quien le empujaba todavía más hacia estas actitudes, era su esposa Jezabel. El verdadero líder no era el rey, sino su esposa.

Otro ejemplo, menos conocido, es el rey Joás (2 Crónicas cap. 22 a 24). Joás vivía en tiempos tumultuosos. Cuando era todavía un bebé, toda su familia fue matada en la revolución de la malvada reina Atalia. Joás llegó a gobernar a la edad de tan solamente siete años, con la ayuda de su padre adoptivo, el sacerdote Joiada. Aunque oficialmente Joás era el rey, quien gobernaba en verdad era Joiada.
En este caso, la influencia del sacerdote Joiada era una buena influencia. El hizo regresar al pueblo a la obediencia hacia Dios (2 Crón.23:16). Sobre Joás tenemos inicialmente una evaluación muy positiva: "E hizo Joás lo recto ante los ojos del Señor ..." (2 Crón.24:2).
Sin embargo, podemos notar que en esta forma de gobierno se introdujo desde el principio un patrón disfuncional. Cuando la persona que parece estar a cargo no es la persona que en realidad está a cargo, se está viviendo una mentira. El verso siguiente dice: "Y Joiada tomó para él dos mujeres ..." (2 Crón.24:3) Aunque en aquellos tiempos era algo usual que los padres escogieran la esposa idónea para su hijo, esto no se aplicaba a los reyes. Los reyes de Israel por lo general escogían a sus esposas ellos mismos. Pero Joás, siendo rey, no pudo hacer esta decisión tan importante él mismo; seguía dependiente del sacerdote aun cuando ya era adulto. (Y es todavía una pregunta abierta por qué escogió dos esposas para el rey.)
El verso 2 dice, completo: "E hizo Joás lo recto ante los ojos del Señor, todos los días de Joiada el sacerdote." (2 Crón.24:2). No dice "todos los días de su vida", sino "todos los días de Joiada el sacerdote". ¿Qué sucedió cuando Joiada ya no estaba? - "Muerto Joiada, vinieron los príncipes de Judá y ofrecieron obediencia al rey; y el rey los oyó." (2 Crón.24:17) - ¡Qué manera paradójica de expresarse! ¿Quién está obedeciendo a quién? ¿Los príncipes al rey o el rey a los príncipes? Joás está ahora obedeciendo a aquellos sobre quienes debería estar gobernando. Hizo una "transferencia" de su dependencia desde Joiada hacia los príncipes. ¿Y a qué le llevaron los consejos de sus príncipes? - "Y desampararon la casa del Señor ... y sirvieron a los símbolos de Asera y a las imágenes esculpidas. Entonces la ira de Dios vino sobre Judá y Jerusalén por este su pecado." (2 Crón.24:18)
Enseguida, esta inclinación llevó al rey a un acto cruel de abuso del poder que Dios no podía tolerar: Hizo matar al profeta Zacarías, el hijo de Joiada, quien le había advertido. Poco después, la vida de Joás tomó un fin vergonzoso (2 Crón.24:20-25).
Joás terminó muy mal, porque se hizo dependiente de los hombres y no de Dios. Superficialmente esto parecía bueno mientras Joás tenía un buen consejero; pero su problema salió a la luz tan pronto como este buen consejero ya no estaba.

Vemos un ejemplo contrario en otro rey de Judá que igualmente llegó a gobernar a una edad muy joven: el rey Josías. Acerca de él dice: "De ocho años era Josías cuando comenzó a reinar ... Este hizo lo recto ante los ojos del Señor, y anduvo en los caminos de David su padre, sin apartarse a la derecha ni a la izquierda. - A los ocho años de su reinado, siendo aún muchacho, comenzó a buscar al Dios de David su padre; y a los doce años comenzó a limpiar a Judá y a Jerusalén de los lugares altos, imágenes de Asera, esculturas, e imágenes fundidas." (2 Crón, 34:1-3)
La gran diferencia entre Josías y Joás se encuentra en las palabras: "comenzó a buscar a Dios ...". Joás nunca buscaba a Dios; solo se dejaba llevar por los consejos de los que estaban a su alrededor. La rectitud de Joás era solo una superficie que encubría su falta de integridad. En cambio, la rectitud de Josías procedía de él mismo y de su relación con Dios; él era un hombre íntegro. Por tanto, Josías tenía una autoridad verdadera.
Más adelante vemos como Josías reconocía plenamente que él, como rey, se encontraba debajo de la autoridad de la Ley de Dios. Cuando se encontró en el Templo el libro perdido de la Ley, Josías dijo a los sacerdotes y a sus siervos:. "Andad, consultad al Señor por mí y por el remanente de Israel y de Judá ..." (2 Crón. 34:21) - Josías no era tan "independiente" que hubiera rechazado todo consejo; pero se aseguraba de que los consejos que recibía venían de Dios: "consultad al Señor por mí".

¿Quién es el verdadero líder? - Con mucha frecuencia, el verdadero líder es el que tiene principios claros, y que sigue estos principios de manera consecuente. Solo la persona con principios es lo suficientemente fuerte para resistir las presiones de otras personas que quieren desviarla de su camino.
Si los cristianos del Perú quieren lograr un cambio en las estructuras de liderazgo del país, no deben aspirar primero una posición de poder. Lo que deben aspirar primero es afirmar sus principios. Deben entender los principios bíblicos acerca del ejercicio de autoridad y comprometerse con ellos, y estudiar la aplicación concreta de estos principios en aquella esfera de la sociedad donde Dios los ha llamado a obrar.

La toma de decisiones en la iglesia del Nuevo Testamento

Jesús mismo no dio muchas indicaciones sobre la forma de gobierno de la iglesia; pero encontramos una promesa sorprendente en Mateo 18:19-20: "Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos."
¿En qué consiste este "acuerdo"? Seguramente no se trata de pedir de Dios cualquier cosa que deseamos según nuestros antojos. Se asume que los "dos o tres" estén reunidos en el nombre del Señor, o sea, buscando Su voluntad. (1 Juan 5:14 también especifica: "que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye".) Si todas las personas involucradas realmente están en contacto con Dios, todos escucharán lo mismo de parte de Dios. - En otras palabras: Las decisiones se toman en consenso, pero no un consenso que equivale a un promedio entre diferentes opiniones humanas, sino una verdadera armonía al buscar sinceramente la voluntad de Dios.

Encontramos una ilustración y aplicación práctica de este principio en Hechos capítulo 15. Los líderes de la iglesia tenían que resolver un problema que podría haber dividido la iglesia: ¿Los paganos convertidos tenían que volverse judíos primero y guardar la ley judía, para poder ser cristianos?
"Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto. Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: ..." (Hechos 15:6) - Al inicio, obviamente, las opiniones estaban divididas, y hubo "mucha discusión". !Es importante que las diferentes opiniones se discutan abiertamente! - El texto bíblico no nos relata toda la discusión; solo menciona las palabras de Pedro, de Bernabé y Pablo, y de Jacobo. Estas eran obviamente las contribuciones más importantes que pusieron fin a la discusión y llevaron a un acuerdo. Los cuatro coincidieron en que la gracia de Dios se manifestaba en los paganos convertidos, sin necesidad de volverse judíos. Como resultado, "pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía ... y escribir por conducto de ellos: ..." (Hechos 15:22-23) La carta enviada expresa el acuerdo de que los paganos convertidos no necesitaban volverse judíos. Si se menciona que les pareció bien "con toda la iglesia", entonces esto incluye también a aquellos que al inicio habían mantenido una opinión diferente. Obviamente cambiaron de opinión bajo la influencia del Espíritu Santo que estaba presente en la reunión, puesto que la carta expresa: "porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: ..." (Hechos 15:28) - Todos los reunidos llegaron a un consenso porque estaban dispuestos a buscar la dirección del Espíritu Santo y someterse a ella.
En conclusión: La iglesia no es una democracia ni una dictadura. No hubo ninguna votación, ninguna decisión por parte de una mayoría. Tampoco hubo una decisión impuesta por los líderes de más poder. En cambio, hubo una discusión abierta y una búsqueda sincera de la voluntad de Dios. Los votos de Pedro, Bernabé, Pablo y Jacobo tenían más peso; pero no porque ellos hubieran tenido una "posición de poder", sino porque su mayor madurez espiritual y relación cercana con el Señor eran obvios para todos. Este proceso concluyó con un consenso en armonía, donde fue posible decidir en unanimidad.

El Nuevo Testamento no nos impone ninguna ley acerca de la estructura del "gobierno" de la iglesia; obviamente hay diferentes estructuras posibles. La iglesia en Antioquía fue dirigida por "profetas y maestros" (Hechos 13:1). En Filipos se mencionan "cuidadores y siervos" (Fil.1:1; algunas traducciones más tradicionales dicen "obispos y diáconos"), igual como en 1 Tim. 3. La iglesia en Éfeso era dirigida por "ancianos" (Hechos 20:17; vea también Tito 1:5, 1 Pedro 5:1-3.) Aunque los términos pueden diferir, en todas estas referencias hay un elemento en común: El liderazgo de la iglesia es plural. No encontramos a ninguna iglesia que hubiera sido dirigida por una sola persona. Según el mismo principio de Jesús, el liderazgo de una iglesia tiene que consistir en "dos o tres" (o más) personas que juntos busquen la voluntad de Dios.
(Vea Nota sobre los términos "anciano", "pastor" y "obispo".)

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Una nueva visión del Perú

Estoy viendo al Buen Pastor, Jesucristo, extendiendo sus brazos hacia las ovejas heridas del Perú. Algunas todavía desconfían, pero muchos se le acercan ahora sin miedo a ser tocadas por él. El las levanta, las lleva en sus brazos, las consuela, las acaricia, seca las lágrimas de sus ojos. Las ovejas necesitan estar bastante tiempo en los brazos del Buen Pastor hasta perder su desconfianza. Pero entonces llegan al punto donde se atreven a mostrarle lo que nunca mostraron a nadie: sus heridas más profundas. Nadie más necesita verlas; es suficiente que el Buen Pastor las vea. La desconfianza ante las otras ovejas es todavía más grande que la desconfianza ante el Buen Pastor.
Entonces el Buen Pastor pone su mano sanadora sobre la herida. La oveja suspira y siente un verdadero alivio - por primera vez en su vida. Pero también sale pus de la herida - toda la ira y amargura de los años pasados, no solo de esta oveja, sino de todo el rebaño. Esto no es agradable, y duele un poco, pero tiene que ser. El Buen Pastor, con mucho cuidado y ternura, exprime la herida hasta que todo el pus haya salido, y lo limpia con el pañuelo del perdón. Después envuelve la herida con una venda pura para protegerla, hasta que haya terminado de sanar. Todo este tiempo, la oveja permanece en los brazos del Buen Pastor y disfruta de su atención especial. No tiene vergüenza de llorar cuando se recuerda de los detalles como había sido herida. Esto es necesario para que salga todo el dolor. Pero también se recuerda de los momentos cuando ella misma había herido a otras ovejas - imponiendo su voluntad, sacando una ventaja injusta para sí misma, pagando mal por mal. "Perdóname", dice al Buen Pastor.
Por fin ya no se siente el dolor. "¡Ahora camina!", dice el Buen Pastor. "Eres sana. Eres libre. Como el Padre me envió a mí, así te envío a ti. Yo estaré siempre contigo y nunca te abandonaré." Y la oveja regresa a las otras ovejas. Pero ahora las ve con otros ojos. A través de la lana espesa de las otras ovejas, puede discernir heridas escondidas. En sus rostros, por más que parezcan alegres y seguros de sí mismos, puede ver rasgos de dolor y sufrimiento. Empieza a sentir una compasión profunda por las otras ovejas. Nunca le ocurriría sacar provecho de lo que ahora sabe sobre ellas, ni mucho menos volver a herirlas como antes. Al contrario: desea que sean sanadas, como ella fue sanada. Entonces empieza a hablarles: "Ven al Buen Pastor. El te va a sanar. A mí me ha sanado, ¡y es maravilloso!" - Las otras ovejas todavía no le creen. Algunas, desconfiadas, se esfuerzan para esconder mejor sus heridas y parecer sanas. Pero algunas empiezan a caminar hacia el Buen Pastor. El las toma en sus brazos y las sana.
Poco a poco, se ven más ovejas sanas. Por fuera no se ve nada especial en ellas, pero por dentro son muy diferentes. Saben a quien pertenecen y conocen el propósito de su vida. Son transparentes y sinceras; no tienen nada que esconder. Ya no tienen miedo a las ovejas más fuertes, ni se dejan engañar por los falsos pastores que han entrado en el rebaño. Ya no tienen que ser arreadas, porque siguen con toda convicción detrás del Buen Pastor.
Las ovejas más fuertes son las que tienen más dificultad de acercarse al Buen Pastor. Podrían perder su imagen al reconocer que tienen una debilidad, una necesidad. Quieren mantener su apariencia como ovejas importantes, y tienen miedo a perder el respeto de las otras ovejas que todavía las admiran. Pero llegará el tiempo cuando también ellas empezarán a descubrir y tratar sus heridas ante el Buen Pastor.

Estoy viendo al Perú sentado en una prisión oscura. Esta prisión es edificada con los recuerdos oscuros del pasado. Se ven sombras de los vigilantes crueles que impedirán cualquier intento de salir de allí.
Pero un rayo de luz está cayendo dentro de esta prisión: ¡La revelación de Dios! Esta luz trae un vistazo del mundo de la libertad: Sí, la libertad existe. La verdad existe. El amor verdadero existe. El Dios justo existe.
Viendo las cosas en esta luz, el Perú se da cuenta de que esta prisión no es real. Solo consiste en recuerdos de cosas que pasaron, pero que ya no existen. Son como imágenes de una pesadilla que le persiguen aun después de haber despertado, pero no son reales.
Entonces el Perú empieza a dar un paso hacia afuera. ¡Aquí no hay ninguna pared! Este muro oscuro era solamente una alucinación. - Otro paso hacia afuera, a la luz de Dios. Los vigilantes crueles tampoco existen. Sus sombras no eran nada más que esto: sombras. Nadie impide el paso a la libertad. Pastos verdes se extienden debajo de un cielo azul.
Otro paso más. Ahora, en la luz, el Perú puede ver claramente las grandes riquezas que Dios le ha dado: Oro. Plata. Minerales. Cultivos. Pescado. Y millones de personas con inteligencia, creatividad y fuerzas para trabajar. - El Perú se asombra: "¿No estoy obligado a entregar esto a mis opresores?" - No. La prisión oscura queda atrás y se está desvaneciendo ante la luz brillante.
El Perú dice, por primera vez en su vida con plena convicción: "¡SOMOS LIBRES!"
"Ahora sí, a trabajar, pero de veras."

"Que jamás daré tu trigo por comida a tus enemigos, ni beberán los extraños el vino que es fruto de tu trabajo; sino que los que lo cosechan lo comerán, y alabarán al Señor ..." (Isaías 62:8-9)
"Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán de la obra de sus manos. No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos del Señor, y sus descendientes con ellos." (Isaías 65:21-23)

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Restauración de la comunión cristiana - - - - - Epílogo

(Nota): Al hacer un estudio detenido, uno encuentra que en el Nuevo Testamento los tres términos "obispo", "anciano", y "pastor", en cuanto se refieren a un líder de la iglesia, son sinónimos. Los tres términos se refieren a la misma clase de líderes; no hay "pastores" que estuvieran por encima de los "ancianos", ni "obispos" que estuvieron por encima de los "pastores". Las referencias para comprobarlo son las siguientes:
Tito 1:5-7: Pablo empieza diciendo: "Por esta causa te dejé en Creta, para que ... establecieses ancianos en cada ciudad ... el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer ..." y sigue inmediatamente: "Porque es necesario que el obispo sea irreprensible ..." El "Porque" une esta declaración con la anterior, de manera que es obvio que el apóstol sigue hablando de las mismas personas. "Anciano" y "obispo" son sinónimos.
1 Pedro 5:1-4: Pedro escribe a los ancianos (verso 1): "Apacentad la grey de Dios ..." (verso 2) - obviamente describiendo la tarea de un pastor. "Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria." (verso 4). Aquí vemos que "anciano" y "pastor" son sinónimos.
Hechos 20:17 y 28: Pablo se despide de los ancianos de la iglesia en Efeso (verso 17). Les dice lo siguiente: "Mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar (=pastorear) la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre." (verso 28). - Aquí encontramos los tres términos, "ancianos", "obispos", y (indirectamente) "pastores", refiriéndose al mismo grupo de personas.
Algunos comentaristas llaman a Timoteo y a Tito "pastores" (que estuvieran por encima de los ancianos a quienes tenían que "establecer"). Pero en ningún lugar se aplica el término "pastor" a ellos. El contexto deja más bien entender que ellos, como compañeros de Pablo, compartían y continuaban su ministerio regional, no local ("en cada ciudad", Tito 1:5). Ellos mismos no eran parte del liderazgo de las iglesias locales que tenían que supervisar, sino pertenecían a otro nivel de liderazgo, más allá del ámbito de una iglesia local.
En Ef.4:11, "pastores" aparecen entre los cinco "ministerios". En este contexto, la palabra "pastor" no se refiere a una posición determinada en la "jerarquía" de la iglesia, sino al don y la contribución específica de esta persona para la edificación de la iglesia. Cada uno de los cinco ministerios tiene un don diferente con el cual contribuye a "la edificación del cuerpo de Cristo", pero esto en sí no dice todavía nada acerca de su posición de liderazgo. Una persona con el don o ministerio de "pastorear" puede desempeñarse tanto en la posición de un diácono, de un anciano/pastor, o de un ministerio regional (aunque este último es una excepción; el ministerio de pastorear es normalmente un ministerio local).
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