¿Así que ya no quieres ir a la iglesia?

Por Jacob Colsen

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Capítulo 2: Un paseo en el parque

Mil veces durante las siguientes semanas repasé en mi mente los sucesos de aquella mañana. La idea de que él me hacía recordar el apóstol Juan, era una imaginación pasajera, excepto que él parecía reconocerlo con aquella mirada penetrante.

Pero ¿cómo podía Juan seguir vivo después de 2000 años? ¿Podría haber sido una aparición milagrosa, como cuando Moisés y Elías fueron transfigurados en la presencia de Jesús? Pero aun si lo fue, ¿podría él haber leído mis pensamientos, o haber desaparecido tan fácilmente de mi vista?

Incluso volví a leer las palabras enigmáticas que Jesús dijo a Pedro, acerca del futuro de Juan: "Si yo quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú." Estas palabras causaron un rumor entre los discípulos de que Juan no iba a morir. Juan aclara en el Evangelio que esto no fue exactamente lo que Jesús dijo. El había dicho solamente: "¿y qué si yo quiero...?" El quiso enseñar a Pedro a seguir el camino preparado para él, sin compararse a sí mismo con otros. ¿Pero quiso Jesús decir algo más con esta ilustración?

Lo conté a mi esposa y a un amigo cercano, pero ellos solo se rieron. Puesto que no me tomaron en serio, empecé a dudar si estas cosas realmente habían sucedido en aquella mañana. Pero lo que no pude negar, es que las palabras de aquel hombre me habían sacudido en lo más profundo de mi cristianismo.

El veía a Jesús de una manera muy diferente de lo que yo había sido enseñado. Pero hubo tanta confianza en sus palabras que me empecé a preguntar si a mí me faltaba saber algo importante. Durante las siguientes semanas volví a leer todos los Evangelios; pero esta vez miré más allá de las lecciones que Jesús enseñaba, para ver qué clase de persona era él. A pesar de ser cristiano por más de veinte años, me di cuenta de que yo no tenía ninguna idea de quién era Jesús como persona, y no tenía ninguna idea cómo podía conocerle mejor. Solo me quedé frustrado, y para ahogar todas estas preguntas, me lancé con más intensidad al ministerio.

Cuatro meses después, las cosas se volvieron más extrañas. Yo había reservado una mañana para prepararme para la oportunidad especial de enseñar en nuestros cultos del domingo por la mañana, pero una serie de crisis impedí que yo siquiera abriera mis libros. Primero, la persona que manejaba el equipo de sonido iba a estar de viaje este domingo, y tuve que buscar un remplazo. Después vino alguien a quejarse de cuan poco amable era nuestra iglesia. Había asistido por dos años y nunca nadie le había invitado a su casa ni a tomar café juntos.

Después me llamaron Ben y Marcia Hopkins para decir que no iban a estar en la célula esta noche. Fue la tercera vez seguida que iban a estar ausente; un mal ejemplo de parte de mi líder asistente. Cuando les presioné, finalmente me dijeron que no estaban felices con la iglesia, y que consideraban salir. Intenté disuadirlos. Yo había invertido incontables horas para capacitarles a dirigir su propia célula; ¿cómo pudieron salir ahora? - "Nuestros hijos disfrutan de un grupo de jóvenes en otra iglesia más cerca de nuestra casa; y nosotros nos sentimos incómodos porque esta iglesia se ha vuelto muy impersonal últimamente." - Cuando ellos habían llegado por primera vez, habían estado al punto de divorciarse. Yo había pasado horas con ellos para ayudarles a reavivar su matrimonio. Ahora, justo cuando estaban llegando al punto donde podrían rendir algo, se iban a ir a otro lugar donde los pastos parecían más verdes.

Y entonces, para colmo, el pastor llamó justo después del almuerzo para anular una reunión de negocios acerca de nuestro programa de construcción. El dijo que simplemente no se sentía bien para tratarlo hoy. Me había tomado tres semanas para organizar esa reunión. Me puse furioso y tuve que salir para desahogarme. Mi secretaria se asustó cuando cerré la puerta de la oficina con más violencia de lo que había intentado. Miré la puerta como si hubiera hecho toda esta bulla por sí misma. Mi mirada se quedó fija en el letrero tan acostumbrado: "Jacob Colsen, Pastor Asociado".

Todavía recuerdo el primer día que pasé por esta puerta, sorprendido de que el letrero ya estaba en su lugar, y asombrado por la responsabilidad que esto colocó sobre mis hombros. Yo nunca había planeado entrar al ministerio a tiempo completo; pero el día que pasé por esta puerta, parecía que todos mis sueños por fin se iban a cumplir. Cuatro años después, el cumplimiento de aquellos sueños parecía más lejos que nunca.

Hijo de padres trabajadores, yo había crecido en la iglesia. Incluso durante los años tormentosos de la adolescencia yo nunca me alejé mucho de mis raíces espirituales. Me gradué en administración en 1979 y empecé a trabajar en el negocio de bienes raíces en Kingston, California. La economía subió, y construí un negocio lucrativo y una reputación estelar.

Mi esposa y yo habían ayudado a fundar la congregación donde yo trabajaba ahora. Hace quince años, unas familias y unos estudiantes, desilusionados por las intrigas de poder en la iglesia tradicional donde asistíamos, decidimos comenzar una iglesia nueva. Nos reunimos en casas por algún tiempo y valorábamos mucho la comunión que teníamos, pero pronto alquilamos un local y nos esforzamos por alcanzar la comunidad. Primero el crecimiento fue lento, pero en los últimos diez años crecimos a más de 2000 personas, construimos nuestro propio local y llegamos a tener un equipo pastoral completo.

¡Cuan halagado me sentí cuando el pastor me invitó a ser parte de su equipo! Yo tenía 39 años, estaba cómodo en mi profesión, y tenía dos hijos pequeños. Enseñaba una clase de adultos en la Escuela Dominical, que era una de las más populares; y había sido anciano de la iglesia por dos períodos.

El me dijo cuánto me necesitaba. Le libraría de responsabilidades para las cuales él no tenía los dones correspondientes. Yo ganaba más que suficiente en mi negocio, pero sabía que era solamente dinero - el dios del mamón, como escuché en las prédicas. ¿Estaba yo gastando mi vida en mis propios placeres? Yo tenía muy poco tiempo para las cosas que consideraba las más importantes. Entonces acepté el pastorado, en la esperanza de que por fin ya no me iba a sentir culpable.

Y así fue por algún tiempo. Durante el primer año, o un poco más, disfruté de la emoción de ayudar a dirigir una iglesia creciente, y de realmente tener tiempo para orar y estudiar la Biblia. Pero pronto la carga del trabajo se volvió opresiva. Trabajé no solo todo el día, sino tuve que salir cinco o seis noches por semana. Ni siquiera tuve tiempo para meterme un poco en los negocios, como yo había planeado hacer para compensar mi sueldo más bajo.

Cuando me sentía frustrado, a menudo buscaba alivio en un paseo prolongado. Así que le dije a mi secretaria que iba a estar afuera por un tiempo, y me dirigí hacia un parque cercano. Este parque era a menudo mi refugio y mi lugar de oración.

Cuando llegué, vi con sorpresa que el parque estaba lleno de niños que al parecer no tenían clases. Busqué si había algún rincón libre. Y entonces le vi - una figura solitaria en una de las bancas. En la distancia se veía como aquel extraño que yo había visto en San Luis Obispo.

Mi corazón se paró por un momento. Yo había pedido a menudo a Dios que me diera una oportunidad de hablar con aquel hombre, pero había abandonado toda esperanza de que fuera posible. Al instante volvieron los recuerdos de aquella mañana, y del hambre que había despertado en mi corazón.

Mientras me acerqué a aquel hombre, parecía tener la estatura exacta; pero fue difícil acertarlo porque estaba sentado. Su cara y barba eran similares, pero estaba con lentes oscuros y con sombrero, y así yo no estaba seguro. El parecía mirar lejos, sin darse cuenta de mi presencia.

¿Qué si era él?

¿Qué debía hacer? Mientras pasé delante de él, su cabeza se volteó, e inmediatamente aparté mis ojos. No tuve ninguna idea de qué decir. Seguí caminando. Solo después de diez metros tuve suficiente valor para detenerme y pretender mirar el parque, como excusa para volver a mirar al hombre en la banca.

Ciertamente se veía como él.

Comenzó a voltear la cabeza. Antes de darme cuenta, me estaba alejando de él nuevamente. A cincuenta metros encontré una banca libre; me fui allí y me senté. En este momento, el hombre se levantó y se fue en la dirección opuesta.

¡Oh no! ¿Qué haré? Supongo que es ahora o nunca.

Salté de mi lugar y corrí detrás de él. Finalmente estuve tan cerca que tuve que sobrepasarle o hablarle. "¡Disculpe, señor!" dije antes de pensar.

El se detuvo y volteó hacia mí. "¿Sí?" - Una sola sílaba no es suficiente, pero su voz sonó parecida.

"Esto le parecerá chistoso, pero usted se parece a alguien que vi hace unos meses en el centro de San Luis Obispo. ¿Podría ser usted?" - Sus lentes oscuros me miraron sin expresión. Si tan solamente pudiera ver sus ojos, lo sabría con certeza.

"De hecho estuve allí hace unos meses, pero solo por unos días. ¿Nos hemos encontrado allí?"

"No, pero alguien que se parecía a usted, se metió en una discusión que unas personas tenían en la calle."

"Puede haber sido yo." El encogió sus hombros.

"Fue una discusión acerca de la religión. Y si usted es ese hombre, usted entró en el debate y habló acerca de Jesús, y cuánto él realmente amaba a la gente. ¿Hace esto sentido?"

"Seguramente. Yo hablo a la gente todo el tiempo, especialmente a aquellos que buscan cosas espirituales. Podría haber sido yo."

"Mi nombre es Jacob Colsen." Extendí mi mano.

"Hola Jacob. Yo soy Juan", respondió y estrechó mi mano.

Sentí que me faltaba aire para seguir hablando. "¿Eres tú el hombre que habló a esa gente? Fue un sábado por la mañana. ¿Me viste allí?"

"No me recuerdo específicamente haberte visto a ti, pero sí suena como una conversación que yo podría haber tenido."

"¿Podemos hablar por unos momentos?" Miré mi reloj y me di cuenta de que me quedaron solamente 30 minutos antes de mi siguiente cita en la oficina. Me dirigí hacia una banca cercana.

"Encantado." Nos sentamos en la banca, mirando a la distancia.

"Esto sonará extraño", dije finalmente, "pero estuve orando por una oportunidad de encontrarme contigo. Tus palabras realmente me tocaron en aquel día. Hablaste de Jesús como si hubieras estado con él personalmente. En algún momento incluso me pregunté si eras el apóstol Juan."

El se rió. "Esto me haría un poco viejo, ¿no?"

"Sé que esto suena loco, pero cuando pensé esto, tú te detuviste en medio de tus palabras, te volteaste hacia mí y asentiste con la cabeza como estando de acuerdo conmigo. Intenté seguirte cuando abandonaste el grupo, pero parece que te perdí en la multitud."

"Quizás no debía ser entonces. Por lo menos, aquí estamos ahora. ¿Sobre qué quieres hablar?"

"¿Eres tú?"

"¿Si yo soy qué?"

"¿Eres Juan?"

"¿Juan, el discípulo de Jesús?" El sonrió, obviamente divertido por la idea. "Bueno, ya sabes que mi nombre es Juan, y yo sí declaro ser un discípulo suyo."

"¿Pero eres tú aquel Juan?"

"¿Por qué es esto tan importante para ti?"

"Si lo eres, tengo unas cosas que quisiera preguntarte."

"¿Y si no lo soy?"

No sabía qué decir. Yo había sido profundamente impactado por sus palabras, no importaba quien era. El parecía saber algunas cosas acerca de Jesús que yo no comprendía. "Supongo que de toda manera quisiera hablar contigo."

"¿Por qué?"

"Tus palabras en San Luis Obispo me movieron profundamente. Parece que tú conoces a Jesús de una manera que yo solo puedo esperar. Soy pastor, miembro del equipo de una iglesia grande - la Comunidad del Centro. ¿Alguna vez escuchaste de ella?"

"No, pienso que no."

Su respuesta me ofendió un poco. ¿Por qué no sabía de nosotros? "Vives por aquí?"

"No. De hecho, es la primera vez que estoy en Kingston."

"¿De verdad? ¿Qué te trae acá?"

"Quizás tus oraciones", dijo riéndose. "No estoy seguro."

"Escucha, tengo que irme en unos minutos. ¿Podemos volver a encontrarnos alguna vez?

"No sé. Realmente no tengo la libertad de comprometerme con una cita. Si necesitamos volver a encontrarnos, estoy seguro que sucederá. Ahora también nos hemos encontrado sin acordarlo."

"¿Podrías visitarme para la cena esta noche? Así podríamos hablar."

"No, lo siento, ya tengo algo esta noche. ¿Qué sucede?"

¿Dónde debía empezar? Yo tenía tanto que hablar, pero solo 20 minutos antes de tener que volver apresuradamente a la oficina, y aun así iba a llegar tarde.

"Estoy realmente frustrado. Parece que últimamente, cada persona con quien hablo se siente vacío - incluso cristianos que conozco por décadas. Ayer me encontré con uno de nuestros ancianos, de quien siempre pensaba que era firme como una roca. El está bastante desilusionado. Me dijo que a veces se pregunta si siquiera Dios es real, o si todo este cristianismo es solo un engaño."

"¿Qué le dijiste?"

"Intenté animarle. Le dije que no podemos vivir por vista, sino por fe; que él hizo muchas cosas maravillosas para Dios, y Dios lo honrará algún día. Que solo seamos fieles y no confiemos en nuestros sentimientos."

"O sea, ¿le dijiste que él no tenía derecho a tener estos sentimientos, o estas preguntas?"

"No, esto no es lo que dije."

"¿Estás seguro?" - Su pregunta fue amable, no acusando.

Tomado por sorpresa, repasé lo que le había dicho.

"Comprende algo, Jacob, esta vida en Jesús es una cosa real. No es un juego. Cuando la gente siente que algo está mal, ¿sabes qué descubrí? Normalmente, algo realmente está mal."

"Y yo le dije que lo ignorase", dije, más para mí mismo que a Juan. Sacudí mi cabeza al darme cuenta.

"¿Crees que le ayudaste?"

"No sé. Le di mucho ánimo, y él parecía estar mejor."

Juan no dijo nada. Me dejó pensarlo detenidamente.

"Tienes razón, yo no le ayudé en absoluto. Supongo que solo le eché la culpa."

"¿Piensas que él volverá a hablarte la próxima vez que tiene estos pensamientos?"

Sacudí mi cabeza, y me arrepentí de casi todo lo que le había dicho esta mañana. Tendré que volver a llamarle e intentarlo de nuevo.

"¿Y qué de ti, Jacob? ¿Funciona para ti?"

"¿Funciona qué?"

"Tu fe. ¿Estás experimentando la vida de Dios en la medida que lo deseas?"

"De vez en cuando me siento frustrado, como hoy. Pero en lo general no puedo imaginarme otra cosa que me gustaría más que lo que estoy haciendo ahora mismo."

Juan no reaccionó.

"Quiero decir, estoy extrañando el dinero, y el tiempo libre que tenía antes, pero lo que tengo ahora vale mucho más. Estamos haciendo un gran impacto en esta ciudad."

El siguió en silencio. Yo no sabía qué más decir, pero antes de darme cuenta, unas lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, y me encontré luchando por aire. Me sentí increíblemente solo.

Por fin, Juan volvió a mirarme. "No estoy hablando de lo que estás haciendo. ¿Estás lleno del amor de Jesús, tal como lo eras el primer día que creíste en él?" - Las palabras se abrieron camino hasta lo profundo de mi alma, y sentí derretirme por dentro como un pedazo de mantequilla en la sartén.

"N... N... N... ¡No!" Parecía que la palabra no podía salir. Cuando por fin salió, lo hizo con un suspiro largo. "Esto no ha funcionado por años. Parece que cuánto más hago para Dios, más se aleja él de mí."

"O, quizás más te alejas tú de él."

"¿Qué?" - Quienquiera que él era, él miraba todo desde un ángulo diferente.

"¿Sabes por qué te sientes tan vacío?"

"Realmente no lo he pensado, Juan. He estado ocupado, y parece que Dios me usa para tocar a la gente. Yo simplemente suponía que así tiene que ser. No me permito pensar de ello demasiado. Me desanima demasiado. Quiero decir, tengo mucho de que agradecer, una esposa que me ama y me comprende, unos hijos maravillosos, un hogar hermoso, y estoy sirviendo a Dios con todo lo que tengo. Pero estoy vacío aquí dentro." Golpeé mi puño contra mi pecho, y mis ojos se humedecieron aún más.

"Aquel anciano te dio miedo, ¿no cierto?"

"¿Cómo?" Por segunda vez, él me había tomado de sorpresa.

"Quizás tú te sientes igual de vacío como él, pero no quieres detenerte para admitirlo."

"Nunca hubiera pensado en esto; pero me recuerdo de que me sentí muy incómodo cuando él hablaba. El hizo preguntas que yo no quise responder."

"¿Sabes de qué se trata en todo esto, Jacob?" - Juan apoyó su espalda en la banca, cruzó sus brazos delante del pecho y miró hacia los niños que jugaban. - "Se trata de la vida - la vida real de Dios que llena tu vida. La clase de amistad que Adán tenía con él cuando caminaba en el jardín de Edén. La vida de Dios no es una abstracción teológica. Es plenitud, libertad, gozo y paz de vivir en él, y persiste aun frente a tus peores circunstancias. Jesús vino para compartir esta vida con cada uno que ponga su confianza en él, en vez de intentar controlar su propia vida.
No se trata de trabajar duro, tener un ministerio grande, o un edificio nuevo. Se trata de una vida que puedes ver, saborear y tocar; algo que puedes disfrutar cada día que vives. Yo sé que mis palabras no lo pueden describir adecuadamente, pero tú sabes de qué estoy hablando. Tuviste momentos así, ¿cierto?"

"Sí. Sí los he tenido, pero eran siempre tan pasajeros. Me recuerdo como era así en los primeros días, pero ahora estoy lejos de eso. ¿Qué está mal conmigo? ¿Cómo puedo ser un cristiano de tanto tiempo, ser tan activo en la iglesia, y siempre no captarlo? ¿Cómo es que yo pierdo el contacto con esta vida, aunque no quiero?"

"Lo he visto suceder vez tras vez", respondió Juan. "Es como una epidemia hoy. De alguna manera, nuestra experiencia espiritual hace que demos importancia a las cosas equivocadas, y al final somos distraídos de la vida verdadera. Sucedió también en la primera iglesia. ¿Recuerdas lo que pasó en Efeso, y lo que Jesús les dijo en su carta en Apocalipsis? Su teología fue irreprochable. Ellos podían discernir un error como un mosquito en un plato de sopa a cien pasos de distancia. No tenían miedo de confrontar a aquellos que se pusieron adelante en el ministerio, para descubrir quiénes hablaban la verdad y quiénes inventaron un mensaje solo para ganar fama para ellos mismos. Perseveraban en el sufrimiento como nadie más en toda la cristiandad. Nunca se quejaron cuando fueron agraviados por otros. Pero con todo esto, ¿estuvo Jesús contento con ellos?"

Hace poco había enseñado sobre este pasaje, así que sabía de qué estaba hablando Juan. "No, él los reprochó por haber caído de su primer amor."

"Esto es correcto. Asombroso, ¿no? Lo que les faltaba, creó un tal vacío que tragó todo lo bueno que podrían haber logrado. Ellos habían abandonado el amor consumidor que tenían por Jesús al inicio. Sin este amor, su servicio no tenía sentido. Puedes volverte tan ocupado trabajando para él, que te olvidas de conocerle. Nada de lo que ellos hacían fue motivado por amor hacia él, o por su amor hacia ellos. Por eso, todo lo que hacían se volvió no solamente sin valor, sino de hecho destructivo."

"¡Esto soy yo!" dije. "¡Estás hablando de mí!"

"Es una historia antigua, Jacob. Se ha repetido un millón de veces bajo un millón de nombres diferentes. ¿Te recuerdas del día cuando el amor de Jesús cautivó tu corazón por primera vez?"

Los recuerdos vinieron. "Sí. Estuve en la secundaria, tenía doce o trece años, y sabía que algo estaba sucediendo. Mis padres estaban en la otra habitación orando con unas treinta personas. Ya estaban así desde hace cuatro horas y no pensaban en parar. Parecía incluso divertido. Así fue cada viernes por la noche. Anhelaban juntarse para orar. A veces cantaban, a veces se reían, y a veces incluso lloraban. Terminaban a las once de la noche o aun más tarde.
Esto fue un gran cambio para mis padres. Ellos habían crecido en la iglesia, y eran miembros activos de la iglesia bautista, asistían regularmente y servían en una multitud de comisiones. Pero parecía que nunca disfrutaban de la iglesia. Algunos domingos incluso pudimos convencerlos de quedarse en casa.
Pero esto fue diferente. No hubo manera de alejarlos de la oración. Se habían vuelto apasionados de su camino con Dios. Y Dios cambió sus vidas. Los liberó de hábitos antiguos, y la presencia de Dios fue más fuerte que sus necesidades, y leían la Biblia en cada oportunidad. Oraban acerca de todo. Se sentían alegres, libres, y vivos en la fe por primera vez. Nosotros, los niños, también tuvimos hambre de eso. Ellos oraron por nosotros, y esta fue la primera vez que recuerdo haber tocado la vida de Dios. Incluso recuerdo cuando escuché la voz de Dios por primera vez."

"¿Y qué sucedió con esto?"

"Por unos años creció, y ellos querían que su iglesia también les siga. Pero abundaron las sospechas y las acusaciones. Después fue claro que mis padres ya no eran bienvenidos en la iglesia. Muchos de su grupo se retiraron de la iglesia, pero esto no disminuyó su celo. Ellos simplemente lo vieron como una persecución.
Ellos decidieron comenzar una iglesia nueva. En la primera reunión vinieron más de 80 personas. El ambiente fue como eléctrico. Ellos decidieron organizarse, alquilar un local y contratar a un pastor."
Y entonces, por primera vez pude verlo claramente: "Y lentamente, todo murió. Ellos fueron tan distraidos por todo el trabajo, que pronto perdieron aquel gozo de simplemente amar a Jesús."

"¿No es extraño, que la formación de lo que ellos llamaban iglesia, pudo lograr lo que la persecución no logró? El Padre desea que tú simplemente te dejes caer en su regazo de amor, y que nunca salgas de este lugar para toda tu vida. El plan de redención de Dios, desde el día de la creación hasta el día de su segunda venida, es para traer a la gente a esta relación de amor. ¡El no quiere nada menos - y nada aparte de esto!
El no es un Dios distante que hubiera enviado a su Hijo con una lista de reglas a seguir, o rituales a practicar. Su misión fue invitarnos a su amor - a una amistad con su Padre. Pero ¿qué hacemos nosotros? Tan rápidamente nos dejamos atrapar por una cultura religiosa impulsada por obras, que agota este mismo amor que pretende sostener.
En Efeso fue descubrir y expulsar a todos los falsos maestros. En Galacia fue hacer que todos observasen los rituales del Antiguo Testamento. Hoy es hacer que todos colaboren con el programa de la iglesia. No importa qué es lo que aparta a la gente del amor de Dios, puede ser cualquier cosa que les preocupa tanto que lo toman como un sustituto de ese amor. Es más fácil ver el problema cuando es la circuncisión en Galacia, que cuando es la asistencia al culto en Kingston. Pero ambos pueden llevar a la misma situación: creyentes aburridos y desilusionados, que ya no viven en la vida del Padre."

Yo no sabía que decir. No estoy seguro si estuve de acuerdo con él. ¿Cómo podía la asistencia a la iglesia ser algo como la circuncisión?

"Déjame hacerte una pregunta, Jacob. ¿Cuántos cuadrados hay en el techo sobre el auditorio de tu iglesia?"

Pude responder inmediatamente. "312 completos, y 98 parciales."

"¿Y cómo lo sabes?"

"Los cuento cuando me aburro."

"Debes estar aburrido muy a menudo. ¿Sabes cuántos otros también se aburren? Una vez me encontré con un tipo que incluso sumaba cada vez los números de los himnos en el tablero de anuncios, para ver si alguna vez la suma iba a ser 666. ¿No te parece que la gente no se ocuparía en estas cosas, si estuvieran compartiendo la vida de Dios? ¿Puede esto señalar que algo está mal?"

Bueno, tal vez él tenía razón.

"¿Cuál fue tu último pensamiento cuando llegaste el último domingo?"

De esto no me recordé tan rápidamente. "Estuve repasando mis apuntes, intentando pensar en una ilustración que todavía me faltaba."

"Sí, ¿pero qué dijiste dentro de ti cuando estacionaste tu carro delante del edificio?"

Demoré un momento para recobrarlo de la memoria: " 'Me alegraré cuando todo esto haya pasado y podré volver a casa.' " Me reí al recordarlo. "¿Cómo lo supiste?"

"No lo sabía, pero no me sorprende. ¿Sabes cuánta gente hay que piensa así, incluso aquellos que son pagados para estar allí, como tú? La rutina finalmente hace marchitar la vida, no importa cuan buena sea."

"¿Entonces la desilusión de mi anciano es algo bueno?" pregunté, incrédulo.

"Igual como la tuya. Te estás dando cuenta de que esta rutina no contribuye a tu deseo de conocer mejor a Dios. Estar sentado durante el mismo programa semana tras semana, te agota. ¿No estás cansado de estar cayendo año tras año en las mismas tentaciones, de estar orando las mismas oraciones sin respuesta, y de nunca llegar a discernir la voz de Dios con más claridad?"

"Sí, estoy cansado de esto." Yo mismo me sorprendí de cuán rápido la respuesta había salido de mis labios. "Entonces, ¿por qué lo hacemos?"

"La respuesta a esto, Jacob, te dirá más acerca de ti mismo que acerca de la iglesia. Por ahora, permítete a ti mismo ser honesto acerca de tu aburrimiento y tu desilusión. El Padre nunca abandonó su deseo de compartir contigo la misma amistad que tenías cuando tenías trece años."

"Hubo otras veces desde entonces."

"Por supuesto, pero no duraban mucho, ¿no cierto? Si hubieran durado, entonces no hubieras necesitado encubrir a gente como tu anciano, y calmar su espíritu con fórmulas vacías. Gente como él no deben ser callados como faltos de fe. Mas bien apláudelos por su valentía de tomar su vida espiritual como algo real. Te digo que la honestidad de ese anciano demuestra más fe que tu incomodidad con sus preguntas."

"¿Qué haré, Juan? Yo quiero la vida de la que tú hablas."

"Esto no requiere mucho de ti, Jacob. Solo sé auténtico con el Padre, y no vuelvas a meterte en tu caparazón donde aguantas la falta de vida. Tu lucha viene del llamado del Espíritu de Dios a tu espíritu. Pídele perdón por haber sustituido el poder de su amor por otras cosas, e invítale a mostrarte como tus esfuerzos de buenas obras oscurecen su amor por ti. Deja que Dios haga lo demás. El te atraerá hacia él mismo."

Miré mi reloj y supe que tenía que irme. "Lo siento, tengo que ir corriendo. Intentaré hacer lo que dices, Juan."

"Bien. ¿No será una alegría volver a despertar amado por Dios cada día, sin tener que merecerlo con esfuerzos de tu parte? Este es el secreto del primer amor. No intentes merecerlo. Sepa que eres aceptado y amado, no por lo que puedes hacer para Dios, sino porque él te escogió en Cristo por su misericordia increíble."

Me levanté para irme. Juan mantuvo mi mano por un momento. "Esto no es difícil, Jacob. En su reino realmente recibes lo que buscas. Este es el punto de todo. Si buscas una relación con Dios, la encontrarás."

"Entonces ¿por qué no la encontré? Pensé que esto es lo que busqué todo el tiempo."

"Sin duda, así puede haber sido al principio. Pero esto funciona al revés también. Si miras lo que recibiste al final, ¡sabrás qué fue lo que realmente estabas buscando!" El soltó mi mano.

Sus palabras terminaron de manera tan definitiva, y yo estaba tan apresurado para llegar a mi cita, que simplemente asentí con la cabeza. No tenía ninguna idea de lo que él quiso decir.

"Espero volver a verte."

"Oh, pienso que sí me verás ... en su tiempo."

Le agradecí, y corrí a través del parque, ahora ya tarde para mi cita. Siempre me asombra el hecho de que los viajes más grandes de nuestra vida siempre comienzan de manera tan sencilla, que ni siquiera sabemos que nos hemos embarcado, hasta que ya estamos bien avanzado en el camino y miramos atrás. Así iba a ser conmigo también.

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