¿Así que ya no quieres ir a la iglesia?

Por Jacob Colsen

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Capítulo 3: ¿Es esto educación cristiana?

Mi breve tiempo con Juan en el parque resultó más frustrante que de ayuda. Aunque salí de esa conversación entusiasmado acerca de nuevas posibilidades, y pasé el resto del día sin nada del estrés que me había abrumado antes, el entusiasmo pronto se desvaneció.

Se me hizo difícil recordar todo lo que él había dicho, y tenía cien preguntas que hubiera deseado hacerle. Me sentí enojado porque el tiempo había sido tan breve y él no había estado dispuesto a acordar otra cita. ¿Quién era él, por fin? ¿Tal vez me estaba haciendo alguna broma cruel?

Pero yo me había sentido completamente cómodo al conversar con él. Me recordaba de las conversaciones que tenía con mi padre antes que él murió en un accidente, hace cinco años. Sentí un afecto similar por Juan. El había alimentado mi hambre de conocer mejor a Jesús, y esta hambre no disminuyó, pero no pude satisfacerla.

Después del encuentro con Juan, aparté cada mañana 45 minutos, antes que despertara el resto de la familia, para leer la Biblia y orar. Aunque fui fiel en hacerlo cada día, no sentí ninguna diferencia. Las mismas tensiones del trabajo y del hogar habían vuelto. Ninguna de mis oraciones parecía tener algún impacto.

Yo esperaba encontrarme con Juan nuevamente, pero no sucedió. Durante algunas semanas me sorprendí a mí mismo mirando por Juan en cualquier lugar, al hacer compras, al comer en un restaurante, o incluso al manejar por la calle. De vez en cuando veía a una persona similar, y mi corazón se paraba por un instante; pero al acercarme mis esperanzas se deshacían cada vez. Incluso salí de mi camino de vez en cuando para regresar a aquella banca en el parque.

Imagínate mi sorpresa cinco meses después, cuando vi su cara conocida en el lugar donde menos lo esperaba - mirando a través del vidrio de una de las puertas de nuestro auditorio. Fue domingo por la mañana, durante nuestro culto más grande, y yo estaba caminando por el pasillo con mi mejor cara de "¿qué harían sin mí?". Acababa de eliminar un ruido molestoso de nuestro equipo de sonido profesional.

Pude sentir los ojos de la gente mirándome, aunque el pastor estaba orando en este momento. Mantuve mi cabeza agachada hasta llegar a mi fila, y miré a lo largo del pasillo. Alllí estaba él. Sus ojos no podían confundirse, y mi corazón casi se me salió al reconocerle.

Pasé por mi asiento y salí por la otra mitad de las puertas dobles. El estaba parado allí, las cejas fruncidas, y yo pensé: Cuan extraño y fuera del lugar él se ve en nuestro edificio. No sé por qué tuve esta impresión. No fue su manera de vestir - fue más que apropiado para nuestros cultos informales. Teníamos a otros con barbas similares y pelo aun más largo que el suyo. Pero él simplemente se veía como fuera del lugar.

"Juan, ¿qué haces aquí?" dije a voz baja.

El me sonrió y se volteó nuevamente para mirar adentro. Después de unos momentos, por fin habló: "Pensé venir para ver si tenías unos momentos para hablar."

"¿Dónde has estado? Te buscaba por todas partes." - El seguía mirando por el vidrio. - "Me gustaría hablar, pero ahora no es un buen momento. Estamos en medio de nuestro culto más grande."

Ahora Juan se apartó de la ventana. "Sí, me he dado cuenta." - Pude escuchar como adentro la congregación se puso de pie, mientras el grupo de alabanza empezó a tocar la introducción de la siguiente canción.

"¿Qué tal más tarde? ¿Después del culto?"

"Solo estoy de paso y pensé ver cómo estás. ¿Estás encontrando respuestas a tus preguntas?"

"No sé. Estoy haciendo todo lo que sé hacer. Mi vida devocional ya está más ordenada, mucho mejor que antes."

Su silencio me dijo que no había respondido su pregunta. Pensé que podría aguantar el silencio más tiempo que él, pero me sentí tan incómodo que tuve que volver a hablar. "Oh... bien... ¿cómo puedo decirlo? Supongo que no. De hecho, parece que cuánto más lo intento, más vacío y más frustrado me siento."

"Bien." Juan asentó con la cabeza, mientras seguía mirando dentro del auditorio. "Entonces aprendiste algo valioso, ¿no?"

"¿Qué?" - Pensé que él me había malentendido. "Dije que no funcionaba. Realmente me esforcé mucho, pero parece que nada sucede."

"Te entendí", respondió Juan, volteándose hacia mí. "¿Quieres saber por qué? Ven, te lo mostraré."

Se volteó y me indicó con su cabeza que le siguiera. Caminó por el pasadizo que llevó a las aulas de los niños. Mientras él se alejaba de mí, miré atrás al auditorio. No le podía seguir ahora. Debía estar en el culto. ¿Qué si el equipo de sonido iba a fallar nuevamente? ¿Qué si ...?

El volteó la esquina ahora. De esta manera le había perdido una vez, ¿no cierto? Sin pensarlo bien, corrí por el pasadizo para encontrarle.

Detrás de la esquina casi derribé a una familia joven que vino en mi dirección. Pedí disculpas por chocarme con ellos, pero parecía que ellos no lo escucharon. Sus caras expresaban vergüenza.

"La única vez que llegamos tarde", suspiró la esposa, "y mira quién nos coge - ¡uno de los pastores! Sinceramente, nosotros nunca llegamos tarde." - Sobre sus hombros vi que Juan se había detenido para esperarme. El se apoyaba en la pared y miraba nuestro intercambio. Sus cejas señalaban hacia arriba, y su sonrisa chueca parecía decir: "¡Te cogí!"

De repente me sentí como la policía eclesiástica. Hace dos domingos había hecho un gran anuncio de cuán importante es llegar a la hora, para no interrumpir la adoración con entrar tarde. Sentí que Juan estaba escuchando nuestra conversación.

"La llanta del carro se bajó en el camino", se disculpó el esposo.

"Ustedes tienen suerte. No estoy dando papeletas por llegar tarde hoy." Me reí, esperando calmar así la incomodidad de ellos - y la mía. "Me alegro de que hayan llegado. Bienvenidos." Los abracé a los dos y les acompañé a las puertas del auditorio.

Corrí nuevamente hacia las aulas de los niños. Allí estaba parado él, delante de nuestro tablero de anuncios de la Escuela Dominical. Sus ojos seguían las letras de ocho centímetros encima de los anuncios, que decían: "ME ALEGRÉ CON LOS QUE ME DECÍAN: IREMOS A LA CASA DEL SEÑOR."

"¿Qué significa esto?", preguntó, dibujando un arco iris imaginario con su dedo índice señalando las letras.

"Que debemos disfrutar de estar en la presencia de Dios." Sin quererlo, mi voz se elevó al final, lo que hizo sonar mi respuesta más como una pregunta.

"Buena respuesta. ¿Por qué está esto aquí?"

"Este es nuestro lema para la educación cristiana." - Aparenté estar tranquilo, pero sabía que él se dirigía hacia algo. Solo que no estuve seguro hacia qué. - "Estamos intentando proveer un ambiente donde los niños realmente disfrutan de estar en sus clases."

"¿Y 'la casa del Señor', sería este edificio?" - El señaló ambos extremos del pasadizo.

Uups. No me gustó la dirección que la conversación estaba tomando. Después de una pausa, respondí: "Bueno, todos sabemos por supuesto que significa algo más grande que esto." Me desesperé por encontrar una respuesta correcta, pero parecía que no tenía ninguna en mi arsenal.

"¿Pero qué piensan las personas que lo leen?"

"Ellos probablemente lo toman en el sentido de asistir a nuestra iglesia."

"¿Es esto lo que ustedes quieren que piensen?"

Decidí que si no iba a responder, podríamos hablar de algo diferente. Pero nuevamente, él permanecía en silencio más tiempo de lo que yo podía aguantar.

"Supongo que sí."

"¿No te das cuenta de que el Evangelio nos libera de la idea de que Dios vive en alguna casa especial? Esto es algo de lo más poderoso. Para un pueblo sumergido en los rituales del templo, esta fue una noticia grandiosa, o terrible. Sus seguidores pensaban que era grandiosa. Ya no tenían que pensar que Dios estaba escondido en los recintos del templo y disponible solamente para personas especiales en tiempos especiales."

Me di cuenta de la tristeza en su voz, y me quedé callado.

"Entonces, Jacob, si no es este edificio, ¿dónde está la casa de Dios?"

"Nosotros lo somos." - Sacudí mi cabeza al darme cuenta de cuán estúpido me parecía este lema ahora. Me pregunto si Juan sabía que había sido mi propia idea. Seguramente no iba a decirle esto.

"Entonces ¿como puede un pueblo ir a sí mismo?" suspiró Juan. "¿Te recuerdas de lo que Esteban dijo justo antes que levantaran piedras para matarle? 'El Altísimo no vive en casas hechas por manos humanas.' Fue en ese momento cuando ellos se volvieron contra él. Sus palabras les recordaron del desafío de Jesús, de destruir el templo y reedificarlo en tres días. La gente puede volverse muy susceptible acerca de sus construcciones, especialmente cuando piensan que Dios vive dentro."

No dije nada, solo asentí con la cabeza.

"¿Y se alegran ellos cuando vienen?"

Demoré un momento para comprender lo que él quería decir. - "Lo esperamos. Trabajamos muy duro."

"Esto se nota." - Juan examinó el tablero que rebosaba de anuncios para seminarios, reuniones de colaboradores, actividades de grupos, y formularios para ofrendas voluntarias.

"Un programa de calidad requiere mucho trabajo."

"Sin duda. Y no poca culpabilidad también, sin mencionar la manipulación." - Seguí sus ojos hacia el centro de nuestro afiche para reclutar maestros. Fue una foto a todo color de un adolescente pandillero de noche en una calle de la ciudad. En letras grandes dijo al margen izquierdo: "Si tan solamente alguien hubiera tomado tiempo para enseñarle acerca de Jesús. Involúcrate hoy."

"¿Culpabilidad? No intentamos hacer sentirse culpable a nadie, solamente les damos los hechos."

El movió su cabeza y comenzó a caminar por el pasadizo. Miré atrás hacia el santuario, donde debía estar. Pero decidí rápidamente quedarme con Juan, que ya había entrado a otro pasadizo.

Al doblar la esquina, pude esuchar el canto de niños:

"Estamos todos en nuestro lugar, todos con caras brillantes. ¡Buenos días a ti! ¡Buenos días a ti!"

Juan miró a través de la puerta parcialmente abierta. Filas de niños de primer grado estaban sentados frente a la maestra en sus sillitas pequeñas. Al terminar la canción hubo mucho movimiento, empujones y risas. Un niño con una chaqueta azul se volteó para sacar la lengua a una niña. Cuando se di cuenta de que nosotros le mirábamos, inmediatamente se volteó y aparentó prestar atención.

No podíamos ver a la maestra desde nuestro lugar, pero podíamos escuchar su voz suplicante:

"Digamos nuestro verso de memoria", gritó. "¡Adelante! Tranquilícense, o no habrá refrigerio al final." - Aparentemente la amenaza tuvo efecto, porque el aula empezó a tranquilizarse.

"¿Quién sabe su verso?" - Muchas manos se levantaron. - "Vamos a decirlo juntos. "Me alegré con los que me decían", las voces nunca cambiaron de tono, "Iremos a la casa del Señor. Salmo 122:1." - La mayoría de las voces se habían apagado antes del final, excepto una niña que quiso mostrar a todo el mundo que ella lo sabía.

"¿Y qué significa esto?" gritó la maestra en medio de la bulla que se iba a levantar de nuevo.

Dos manos se levantaron; una fue la de la niña que había repetido el verso a voz tan alta. "Sherri, ¡dinos!"

"Esta es mi hija", dije a Juan a voz baja.

La niña se puso de pie. "Significa que debemos disfrutar de venir a la iglesia, porque es aquí donde vive Dios."

"Esto es correcto", dijo la maestra, mientras yo sentí mi cara calentarse de vergüenza. Encogí mis hombros cuando Juan me sonrió divertido. A voz muy baja dijo: "Está funcionando." - La expresión de su cara me liberó. Demostró claramente que él no estaba aquí para avergonzarme.

La maestra repartió estrellas de papel dorado para que los niños las pegasen en una tabla en la pared. Recibían estrellas para su asistencia, sus versos de memoria, y cuando traían su Biblia. Mientras los niños recibían sus estrellas, la clase se volvió un caos, y los niños se atropellaban unos a otros mientras buscaban sus nombres en la tabla.

Cuando la clase volvió a sentarse, la maestra señaló algunas de las filas en la tabla. "Miren todas las estrellas que tiene Bobby. Sherri también está haciendo bien, y también Liz y Kelly. No se olviden que las cinco super-estrellas recibirán un premio especial al fin del trimestre. Entonces, trabajemos duro. Aseguren que vengan cada semana, traigan sus Biblias y memoricen sus versículos."

"¿Has visto suficiente?" me preguntó Juan.

"¿Qué? - Oh, yo. Yo solo te estoy mirando a ti. Yo ya sé lo que pasa allí dentro."

"No estoy seguro si lo sabes." Juan se apartó de la puerta y caminó un poco más allá, hasta donde había un pilón de agua. - "Jacob, viste a aquel niño al lado de tu hija, en shorts y polo amarillo?"

"No, no específicamente."

"No estoy sorprendido. No había mucho que ver. El no hizo bulla, solo estaba sentado con su cabeza agachada y los brazos cruzados."

"Oh, yo sé de quien estás hablando. Debe ser Benji."

"Benji. ¿Te diste cuenta de que él no sabía ni una palabra del versículo, y que ni siquiera se levantó para recibir su estrella por haber venido hoy?"

"No."

"¿Cómo piensas que todo esto le hace sentir?"

"Espero que le incentive a hacerlo mejor, a traer su Biblia, y a venir con más frecuencia para memorizar su versículo. Así motivamos a los niños. Todos lo hacen."

"¿Pero cómo puede él alguna vez competir contra ... Sherri, no cierto? ¿Le apoyan sus padres de la misma manera como tú a tu hija?"

"El vive solo con su madre y nunca conoció a su padre. Ella trabaja duro y le ama mucho, pero tú sabes cuan difícil puede ser la vida de una madre soltera. Ni siquiera puedo imaginármelo yo mismo."

"¿Piensas que Benji saldrá animado?"

"Esto esperamos." - Pensé en Benji, sentado con la mirada distante que había visto tantas veces en él. - "Pero supongo que todavía no funcionó. Pero funciona para la mayoría de los otros niños. Tenemos uno de los ministerios infantiles más exitosos de la ciudad."

"¿Quieres decir que los logros de Sherri valen el precio de la vergüenza de Benji?"

Intenté responder su pregunta, pero no se me vino a la mente nada que no hubiera sonado increíblemente estúpido.

"¿Tú asistías a la Escuela Dominical, Jacob, cuando eras niño?"

"Sí. Mis padres literalmente nos criaron en la iglesia. Incluso gané una Biblia por memorizar 153 versículos en una competencia de tres meses."

Juan abrió sus ojos muy grande. "¿De verdad? ¿Y qué te hizo hacer esto?"

"El ganador recibía una Biblia nueva."

"Y supongo que tú ni siquiera necesitabas una."

Me detuve un momento y me recordé de que mis padres me habían comprado una Biblia poco antes de eso. Agaché la cabeza y evité su mirada, como diciendo: "¿Cómo lo sabías?"

"Los que usualmente ganan, no necesitan el premio."

"Yo tenía otra Biblia, pero esa era especial porque la gané."

"¿Ciento cincuenta y tres versículos? Esto es mucho."

"Memorizar siempre fue fácil para mí. Leía un verso algunas veces y ya lo sabía. No fue tan difícil. La mayoría de los versículos memoricé en la mañana antes de ir a la iglesia."

"¿Cuántos versos memorizó la persona que quedó en seguno lugar?"

"Unos 35, si recuerdo bien. Realmente los sobrepasé a todos."

"¿Y piensas que todo esto es una demostración sana de fervor espiritual?"

Bueno, ahora que lo cuestionas ... pensé, pero no dije nada.

"Dime, ¿ganaste otros premios?"

"Cuando tenía alrededor de diez años, recibí un broche dorado por dos años de asistencia ininterrumpida a la Escuela Dominical. El pastor me lo dio un domingo por la mañana frente a la iglesia entera. Hubieras escuchado el aplauso. Nunca olvidaré cuán especial me sentí en aquel momento."

"Te dio algo para vivir por ello, ¿no cierto?"

"¿Qué quieres decir?"

"¿No es esto lo que estabas buscando todo el tiempo desde entonces, este sentimiento de ser especial?"

Fue como si un velo se hubiera apartado de mis ojos. La mayoría de mis decisiones fueron por anhelar el reconocimiento y la honra de otros. Me gustaba la aprobación de la gente, y a menudo fantasiaba acerca de ello. Esto había sido el incentivo más fuerte para dejar mi negocio de bienes raíces y asumir una posición en el ministerio, donde podía estar al frente de todos, conocido y apreciado. "¿Fue aquel momento que causó todo esto?"

"Por supuesto que no. Fueron muchos momentos como aquel, que alimentaron un deseo que tú siempre tenías aquí dentro" - y señaló mi pecho. "¿Quién no desea ser querido y apreciado? Es un incentivo fácil cuando quieres motivar a la gente a hacer cosas buenas. La pregunta más grande es, ¿te ayudó toda esta memorización y asistencia a conocer mejor al Padre?
¿Qué es más fácil para ti, seguir tu relación con el Padre, o seguir tu propio deseo de éxito personal? Esta es la verdadera prueba. Me parece que no estarías tan desesperado, si esto te hubiera realmente enseñado como conocer el amor del Padre. En lugar de ello, estás tan ocupado buscando la aprobación de toda la gente, que no te das cuenta de que ya tienes la aprobación de Dios."

"¿Qué quieres decir? ¿Cómo puedo tener su aprobación si todavía estoy luchando de esta manera?"

"Porque estás luchando por la cosa equivocada. Tú piensas que puedes merecer la aprobación del Padre, y esta es una trampa diabólica. No somos aprobados por algo que podemos hacer, sino por lo que él hizo por nosotros en la cruz. Mira, Jacob, no hay ni una cosa que tú podrías hacer para que Dios te ame más hoy; y no hay ni una cosa tampoco que tú podrías hacer para que él te ame menos. El simplemente te ama.
Es tu seguridad en este amor que te cambiará, no tu lucha por merecerlo."

Mis ojos empezaron a humedecerse. El había liberado algo que yo nunca antes había considerado.

"¿Entonces todos mis esfuerzos son en vano?"

"Si tienen como propósito que Dios te ame más, entonces son en vano. Si nunca más aconsejaras a alguien, y nunca más enseñaras otra clase, Jacob, Dios no te amaría menos."

Yo deseaba creer lo que Juan dijo, pero él había desafiado todos los propósitos del trabajo de mi vida. ¿Fue por eso que tantos esfuerzos me habían dejado vacío? ¿Intentaba yo merecer lo que ya me fue dado?

Después de unos momentos, Juan siguió caminando por el pasadizo, y yo caminé a su lado.

"Sabes, aquella mañana cuando recibiste el broche por tu asistencia, si el pastor realmente te hubiera amado, ¿sabes qué hubiera dicho? - Señores y señoras, queremos presentar a un joven que acaba de completar un tiempo de dos años de no perderse ni una clase de la Escuela Dominical. Queremos orar por él, porque esto significa que las prioridades de su familia son tan torcidas que en los últimos dos años nunca se fueron de vacaciones juntos. Significa que él probablemente vino acá cuando estaba enfermo y debía haber estado en casa descansando. Significa que ganar un broche dorado y vuestro aplauso le importa más que ser vuestro hermano. Y ni un día de su asistencia le acercará más a Dios."

"Esto hubiera sido bastante rudo", respondí.

"Y artificial, por cierto, Jacob. Pero si él hubiera dicho esto, quizás ahora no estarías persiguiendo esta aprobación que te aparta más y más de Dios."

"¿Estás diciendo, entonces, que la aprobación que recibe Sherri no solo le hace daño a Benji, sino a Sherri también?"

El hizo con su dedo índice el gesto de apretar un botón invisible. "¡Bingo! ¿Sabías que más de 90% de los niños que crecen en la Escuela Dominical, se apartan de la iglesia tan pronto como abandonan el hogar de sus padres?"

"He escuchado de esto. Culpamos a las escuelas públicas que enajenan a los niños de su fe."

Juan levantó los ojos de manera incrédula. "¿De verdad? Esto es conveniente."

"Bueno, nosotros hacemos nuestra parte", dije de manera defensiva.

"En más maneras de lo que puedes ver hasta ahora, supongo."

"Entonces estás diciendo que todo lo malo que aprendí acerca de Dios, lo aprendí en la Escuela Dominical." Pude escuchar la burla y la frustración en mi propia voz.

"No exactamente. No dije que todo fue malo."

"¿Cómo podría ser? Les enseñamos a los niños acerca de Dios y su palabra, y como ser buenos cristianos." - Mi voz se apagó cuando me di cuenta de que aprender de Dios y ser un buen cristiano no era lo mismo como aprender a caminar con Dios.

"Lo que quiero hacerte ver, es que entrelazado con todas las cosas maravillosas que tienes aquí, hay un sistema de obligaciones religiosas que lo distorsiona todo. Mientras no veas esto, nunca sabrás lo que significa caminar con el Padre."

"Entonces me estoy esforzando demasiado, ¿es esto lo que quieres decir? ¿Es por eso que mis esfuerzos no funcionan? ¿No necesitamos poner de nuestra parte?"

"No exactamente," dijo Juan. "Pero te estás acercando. Es que intentas merecer una relación que nunca merecerás. Hombres y mujeres te aplaudirán por memorizar versículos o por asistir a la iglesia, pero esto nunca sería suficiente para merecer una relación. Además, estás persiguiendo estas cosas no porque quieres conocer a Dios, sino porque quieres que la gente piense que eres espiritual. Y sabes qué, esto es lo que recibes como recompensa."

"Entonces esto es lo que Jesús quiso decir cuando dijo que los fariseos hacían cosas para ser vistos por los hombres, y estaban recibiendo su recompensa. Ellos recibieron lo que buscaban. Y yo también. Pero no es lo que realmente quiero."

"Muy bien. ¿No puedes ver que el camino en que estás, no lleva adonde te dijeron que lleva? Te hará un buen cristiano en los ojos de los demás, pero no hará que le conzcas a él." - Mientras hablábamos, habíamos caminado sin rumbo por los pasadizos. Yo estaba tan sumergido en nuestra conversación que no me di cuenta de las miradas extrañas de las personas que de vez en cuando pasaron por nuestro lado. Más tarde iba a pagar caro por ello.

"¿Entonces puedo ser un cristiano tremendo en los ojos de todos alrededor, y siempre estar lejos de lo que es en realidad?"

"¿No es precisamente esta tu situación? Mira este programa masivo aquí. Mira estos edificios, las necesidades de los niños, y las demandas de esta maquinería. ¿Qué necesita todo esto para existir?"

"Obviamente necesita gente y dinero y un ambiente de espiritualidad, supongo."

"Y esta es su recompensa, ¿no cierto? ¿Cómo permanece uno un miembro en plena comunión aquí?"

"Asistencia consistente, ofrendar, y no vivir en pecado obvio."

"¿Cualquier pecado obvio?"

"¿Qué quieres decir?"

"Bueno, no conozco este lugar, pero generalmente hay unos pecados que no se permiten en absoluto - usualmente la inmoralidad sexual, o la enseñanza de algo que no les gusta a los líderes. Otros pecados son igualmente destructivos, pero ni siquiera se reconocen como pecados; tales como el chisme, la arrogancia, o condenar a los demás. A veces, estos pecados incluso reciben recompensa, porque podemos usarlos para conseguir que la gente haga lo que queremos."

Incluso nuestra percepción del pecado era selectiva. Pude verlo ahora. Yo conocía a personas que podían explotar el sistema para su propio beneficio, incluso hiriendo a otros. Yo mismo lo había hecho.

"¿No es interesante como un grupo de personas que se reúnen con frecuencia, desarrollan un 'espíritu del grupo', hasta en la forma como la gente se viste, habla, la clase de reacciones que permiten, y las canciones que les gusta cantar? ¿No tienen aquí un concepto bien claro de lo que es un buen cristiano, y no es gran parte de esto que uno no cause disturbios ni haga preguntas incómodas?"

El tenía mucha razón con esto.

"Una de las lecciones más importantes que Jesús enseñó a sus discípulos, fue que dejen de buscar la vida de Dios en rituales y responsabilidades. El no vino para mejorar su religión, sino para ofrecerles una relación. Todas sus sanidades en el día de reposo, ¿fueron solo coincidencia? ¡Por supuesto que no! El quiso que sus discípulos supieran que las reglas y tradiciones de los hombres siempre obstaculizan el poder y la vida del Padre.
Y uno puede quedar muy atrapado en esto, porque todos hacemos lo que pensamos que agrada a Dios. Ninguna cárcel es tan fuerte como la obligación religiosa. Nos tiene cautivos aun mientras nos felicitamos a nosotros mismos. Ayer pasé por una sinagoga, y el rabino salió y me pidió entrar y prender unas luces para él. Alguien había olvidado hacerlo el día anterior, y él mismo no pudo hacerlo sin quebrantar el día de reposo."

"Esto es bastante ridículo."

"Para ti quizás, pero a él también le parecerían ridículas algunas de las tuyas."

"¿De las mías? Yo no tengo estas ideas acerca del día de reposo."

"Claro que no, ¿pero qué si te quedases en casa todos los domingos durante un mes entero? ¿o si dieses tu diezmo a los pobres, en vez de entregarlo a la iglesia?"

"¿Acaso esto es lo mismo?"

Juan asintió.

"Sí, pero yo no hago estas cosas por pensar que son ley, sino porque soy libre para hacerlo."

"El rabino no diría otra cosa. Pero si fueras sincero, dirías que lo haces porque crees que esto te hace más aceptable ante Dios, y que así te ganas favores de Dios. Si no hicieras estas cosas, te sentirías culpable."

En aquel momento no entendí todas las implicaciones de sus palabras, pero sabía que él tenía razón. Hace unos años, cuando nuestra iglesia dejó de tener cultos los domingos por las noches, yo estaba sentado en casa sintiéndome raro cada domingo por la noche. Demoré dos años hasta que pude estar en casa sin sentirme culpable.

"Es por eso que nunca puedes relajarte, Jacob. Incluso en tu día libre, apuesto que es muy difícil para ti simplemente no hacer nada. Te sentirías culpable porque pensarías que estás desperdiciando el tiempo."

Mientras sus palabras penetraban en mí, se escuchó otra canción desde una de las aulas:

"Cuidadito los ojitos lo que miran,
cuidadito los ojitos lo que miran,
hay un Dios de amor que mirando está,
cuidadito los ojitos lo que miran."

"Esto es lo peor de todo", dijo Juan, meneando su cabeza con dolor. "Odio escuchar a niños pequeños cantar esta canción."

Por unos momentos no entendí de qué estaba hablando. Yo había cantado esta canción desde mi niñez, y mis propios hijos disfrutaban de hacer las mímicas. Y yo esperaba que iban a hacer las decisiones correctas, sabiendo que Dios ve todo. - "¿Quieres decir que algo está mal con esta canción?", pregunté finalmente.

"Dime tú."

"No sé. Habla acerca del amor del Padre por nosotros, y su deseo de protegernos para que no hagamos lo malo."

"¿Pero qué es Dios en esta canción?"

"¿No sé a qué quieres llegar?"

"Esta canción toma unas palabaras maravillosas como 'amor', y presenta a Dios como un policía que te observa por radar para dispararte. ¿Quién quiere crecer cerca de un padre así? No puedes alimentar una relación con alguien que siempre controla tu rendimiento para ver si es suficiente para merecer su amistad. Cuánto más te enfocas en tus propias necesidades y fracasos, más lejos te parecerá el Padre. El sentido de culpabilidad hace esto. Nos aleja de Dios en momentos de necesidad, en vez de permitirnos correr a él para presentarle nuestros fracasos y preguntas más grandes, y para recibir su misericordia y gracia.
¿Puedes ver a un Padre que comprende nuestra inclinación hacia el pecado, que conoce nuestra debilidad, y que quiere transformarnos para ser sus hijos, no por nuestros esfuerzos, sino por lo que él hace?"

"Creo que nunca he pensado en todo esto."

"Sí lo pensaste. Cada vez que lo cantaste, pensabas en cosas que tus ojos vieron y tus oídos oyeron y que Dios desaprueba. Te hizo sentir mal, pero esto no te ayuda a mejorar. Esto es lo peor que la religión hace. ¿Quién querrá acercarse a un Dios que siempre intenta sorprenderte y castigarte en tus peores momentos? Nunca haremos lo suficiente para merecer su amor. Usamos la culpabilidad para conformar el comportamiento de la gente, pero la misma culpabilidad los aleja de Dios."

Habíamos regresado al hall. Juan se detuvo, me miró, y yo dije: "Ya entiendo por qué estamos siempre vigilando a la gente, animándoles a hacer lo correcto, y raras veces pasamos tiempo ayudándoles a comprender qué es relacionarse con un Padre que sabe todo acerca de ellos y los ama completamente."

"Sí. Esto es lo que significa la muerte de Jesús. Por eso fue tan poderosa, y tan amenazante para la gente acostumbrada a la obligación religiosa. Si eras una persona cansada de todo esto, entonces la cruz fue la noticia más grandiosa: que solo Jesús podía abrir la puerta para la relación que tu corazón anhelaba. Pero si eras una persona que vivía del sistema religioso y tenía una posición en él, entonces la cruz era un escándalo. Ahora podemos ser amados sin hacer nada para merecerlo."

"¿Pero no abusará la gente de esto para justificar sus pecados?"

"Por supuesto, pero tan solo porque algunos abusan de algo, esto no hace que la cosa misma sea equivocada. Si ellos quieren vivir de manera egoísta, siempre reclamarán una gracia falsa. Pero para aquellos que realmente quieren conocer a Dios, él es el único que puede abrir la puerta."

"¿Es por eso que mis últimos meses no produjeron fruto?"

"Exactamente. La cruz significa que él pudo hacer por nosotros lo que nunca pudimos hacer nosotros mismos. La clave no es cuánto le amas, sino cuánto él te ama a ti. Todo comienza con él. Aprende esto, y tu relación con él crecerá."

"Entonces casi todo lo que hacemos aquí apunta en la dirección equivocada. ¿Qué sucedería si lo parásemos todo?"

Habíamos llegado ahora a la puerta del auditorio, y el sonido de la canción final aumentó cuando los ujieres abrieron las puertas para que la gente saliera. ¿Había yo estado fuera tanto tiempo?

"Esto realmente no es el asunto, Jacob. Estoy hablando acerca de tu relación con el Dios vivo, no acerca de arreglar esta institución. Seguramente necesitaría unos cambios drásticos. En vez de presentar un show, nos reuniríamos para celebrar su obra en las vidas de la gente. En vez de hacer que la gente actúe de manera más 'cristiana', les ayudaríamos a conocer mejor a Jesús, para que él les cambie desde adentro. Esto revolucionaría la vida de la iglesia y las vidas de su gente. Pero todo esto no comienza allí", y señaló las puertas del auditorio, "sino aquí", y se golpeó el pecho.

Uno de los ujieres me vio. "Jacob, aquí estás. El pastor te estaba buscando durante el culto. El equipo de sonido seguía fallando, y él necesitaba tu ayuda."

"¡Qué problema!" lamenté. "Tengo que irme", dije a Juan, mientras corrí por las puertas solo un paso delante del río humano que empezó a salir. No sé qué sucedió con Juan después, pero sabía que tenía que hacer unos cambios en mi vida, y en ese tablero de anuncios.

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