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Acerca de la unidad de los cristianos

El Señor Jesús, en la última noche antes de ser crucificado, oró por la unidad de los cristianos:

"Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado." (Juan 17:20-23)

Estas palabras han sido citadas con mucha frecuencia. Han inspirado esperanza en unos, pero también han dado lugar a programas equivocados en otros. Veremos unos puntos importantes que debemos entender correctamente:

Jesús oró específicamente "por los que han de creer en mí por la palabra de ellos". Entonces, la unidad cristiana es:

- Una unidad de los que verdaderamente creen en el Señor Jesucristo. O sea, una unidad de cristianos nacidos de nuevo. No una unidad de cristianos de nombre no más. No una unidad de "miembros de iglesias". Ni mucho menos una unidad de toda la humanidad.
- Una unidad de personas, no de organizaciones. "Los que han de creer..." son personas individuales. Jesús nunca quiso decir que debemos fundar una "organización" para lograr o garantizar la unidad de los cristianos.

¿Cómo se puede realizar esta clase de unidad?

Un intento de realizar la unidad de los cristianos es el movimiento ecuménico. Este movimiento intenta fomentar un "diálogo" entre las distintas iglesias cristianas para que se acerquen más las unas a las otras. Sin embargo, hay varios problemas con esta clase de "unidad":
- Los esfuerzos ecuménicos suceden al nivel de instituciones y organizaciones. Buscan una unidad entre organizaciones, no entre personas.
- El movimiento ecuménico no distingue entre cristianos verdaderos y cristianos solo de nombre. Según la definición ecuménica, son cristianos "los que fueron bautizados en el nombre del Dios Trino" - inclusive los católicos romanos y reformados que fueron bautizados cuando eran bebés, pero nunca siguieron al Señor personalmente.
- El movimiento ecuménico promueve una "tolerancia" que no es bíblica. Los líderes ecuménicos no permiten que alguien use la palabra de Dios para señalar enseñanzas o prácticas falsas en alguna iglesia. Por eso, las iglesias ecumenistas se están llenando de falsos maestros.

Por el otro lado, es un hecho que en la cristiandad actual no existe unidad. Los cristianos están separados en innumerables confesiones y denominaciones. Alguien podría quizás decir que la unidad es invisible; que Jesús habló solamente de una "unidad espiritual" y que por tanto esta unidad no se puede ver. Pero Jesús dice que la unidad de los cristianos sirve (entre otras cosas) "para que el mundo conozca que tú me enviaste" (Juan 17:23). Si el mundo debe "conocer" algo, necesariamente tiene que poder ver algo. Una unidad cristiana que no es visible para el mundo, no es unidad verdadera.

Quiero representar la situación actual con un dibujo. En el medio se encuentra el Señor Jesús, simbolizado por una cruz, el centro de la fe cristiana. Alrededor de este centro se han formado distintos "envases": Organizaciones fundadas con el propósito, como dicen, de representar el cristianismo. Estas son las distintas confesiones, denominaciones e iglesias. Muchas de estas organizaciones comenzaron como avivamientos genuinos en el centro, con la cruz de Cristo. Pero en el transcurso de su historia se "institucionalizaron" y se volvieron organizaciones puramente humanas. Al mismo tiempo se alejaron gradualmente del centro. Por eso, el dibujo muestra estos "envases" a una distancia de la cruz. También, ya no son iglesias cristianas puras. Contienen cierto porcentaje de cristianos solo de nombre, que no han nacido de nuevo. (Temo que estos "cristianos solo de nombre" forman la gran mayoría en las iglesias actuales.) Por eso, los envases en el dibujo contienen tanto puntos negros como blancos.

¿Qué hacemos en esta situación? - Existen diferentes respuestas.

El ecumenismo intenta juntar todos estos "envases" con todo lo que está dentro; pero ignora el centro: la cruz y la persona de Jesucristo. En la actualidad, el movimiento ecuménico se ha abierto también hacia las otras religiones (musulmanes, hinduístas, etc.). Por eso, el círculo del "ecumenismo" en el dibujo es aun más amplio que el círculo de los que se llaman "cristianos".

Existe también la reacción opuesta, el denominacionalismo o confesionalismo. El denominacionalismo busca la unidad en un acuerdo forzado con la propia tradición eclesiástica. Cuando Pablo dice que "sintamos todos lo mismo", los denominacionalistas lo entienden así: "Todos tienen que estar de acuerdo con nuestra tradición especial, con nuestra forma de adorar a Dios y con nuestra interpretación de la Biblia." Ellos ven las impurezas en los otros "envases", pero no se dan cuenta de los puntos oscuros que están en su propio "envase". A veces también niegan que pueda haber algo bueno en los "envases" diferentes.
- Una forma particular del denominacionalismo es el papado. Allí se busca unidad en la sumisión de todos bajo una jerarquía de líderes, y en la enseñanza de que la iglesia católico romana es la única iglesia verdadera. - Los denominacionalistas evangélicos no dicen que son la única iglesia verdadera; pero en la práctica a menudo se comportan como si lo fueran.

Esta manera de buscar unidad, ignora igualmente el centro de la fe cristiana, la persona de Jesucristo. En su lugar pone en el centro a un líder humano, una tradición humana, o un sistema doctrinal en particular.

"Los extremos se tocan" aquí también: El movimiento ecuménico prohíbe a sus miembros el "proselitismo", o sea, les prohíbe evangelizar a personas que ya son miembros de una iglesia. De la misma manera, las iglesias evangélicas hacen acuerdos entre sí para que ninguna iglesia evangelice a miembros de otra iglesia. El resultado final es el mismo: Se prohíbe decir a los cristianos "solo de nombre", que todavía necesitan nacer de nuevo.
El ecumenismo y el denominacionalismo se contradicen en cuanto al camino correcto hacia la unidad. Pero están de acuerdo en este punto: Los "envases" denominacionales son sagrados y no se pueden cuestionar. Que cada uno se quede dentro de su "envase", y que cada miembro de iglesia se considere cristiano, haya nacido de nuevo o no.

Y por eso, ninguna de estas corrientes logra una verdadera unidad cristiana, ni el ecumenismo ni el denominacionalismo. Jesús oró por una unidad en El mismo. No en una organización humana, ni en un acuerdo entre muchas organizaciones.
„Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad...“ (Juan 17,23).

Antes de orar por unidad, Jesús oró por santificación:
"No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como yo tampoco soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. ... Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad." (Juan 17:15-17.19)

Ser "santo" significa ser "apartado para Dios", "estar completamente del lado de Dios". Por eso, una persona santa es también completamente en contra de todo lo que contradice a Dios. Puede estar en unidad con todas las personas santas; pero no puede estar en unidad con los que no son santos. Dios llama a Su pueblo a la unidad entre todos los verdaderos seguidores de Jesucristo. Pero El llama también a la separación de los que no siguen al Señor:
"No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo:
Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo, y yo os recibiré. Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.
Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios."
(2 Corintios 6:14-7:1)

En la oración de Jesús, la unidad se basa en la santificación. Para tener unidad cristiana, es necesario primeramente ponerse radicalmente del lado de Dios. Solamente así puede haber unidad entre todos los que son del mismo lado, del lado de Dios.

Muchos grupos cristianos tienen criterios equivocados de unidad y de separación: Se juntan con los que son de la misma denominación, de la misma organización, de la misma doctrina o de la misma tradición. Se separan de los que no se unen a su organización o a su movimiento ecuménico. Así hacen "unidad" con muchos paganos que tienen solamente el nombre de cristianos; y al mismo tiempo se separan de muchos verdaderos cristianos. Buscan la unidad a un nivel solamente humano, y así se pierden la verdadera unidad en Cristo.

En otras palabras: Mientras intentamos acercarnos "unos a otros", o jalar a otros "más cerca de nosotros", no resultará ninguna unidad. Pero si nos acercásemos primero al Señor Jesús, entonces encontraríamos que también nos acercaríamos unos a otros.
En los intentos humanos de crear unidad, a menudo experimentamos lo siguiente: Empezamos a acercarnos a un segmento particular de la "cristiandad", pero al hacer esto, nos alejamos de otros segmentos. Tan pronto como ganamos amigos de una cierta corriente, nos ganamos enemigos desde otra corriente.
Por ejemplo, cuando un grupo de cristianos no-pentecostales empieza a entrar en mayor unidad con iglesias pentecostales, enseguida se ganan la enemistad de aquellos que critican el pentecostalismo. O cuando un grupo de jóvenes cristianos empieza a organizar eventos para todos los jóvenes cristianos de cualquier denominación, enseguida se ganan la enemistad de los pastores denominacionales quienes los acusan de "robar sus ovejas".

En nuestro dibujo, podemos comparar estos intentos con un movimiento a lo largo de un gran círculo alrededor de la cruz. Mientras caminamos a lo largo de este círculo, nos acercaremos a algunos cristianos, pero al mismo tiempo nos alejamos de otros.
Una alternativa sería movernos hacia el Señor Jesús, directamente hacia el centro. Si hacemos esto, nos alejamos de todos nuestros compañeros que se quedan en la línea del círculo. Entonces, en una primera fase experimentaremos una gran soledad. Pero con el tiempo encontraremos a otros hermanos que vienen desde otros lados y se dirigen hacia el mismo centro. Cuanto más nos acercamos al Señor Jesús, más cerca estaremos también de estos otros hermanos.

Pero todavía hay un problema. ¡Todavía estamos (la mayoría de nosotros) dentro de nuestros "envases"! ¿Hasta dónde nos permitirán estos "envases" acercarnos a Jesús?
- Lo ideal sería, por supuesto, si el "envase" entero volvería al centro, hacia Jesús. Esta fue la meta original de la Reforma y de otros movimientos de renovación y avivamiento. Pero en la historia de la iglesia vemos que esto es prácticamente imposible. Casi todos los movimientos de reforma y avivamiento espiritual fueran rechazados, y hasta perseguidos, por los propios "envases" de donde se originaron. A menudo, los mismos líderes de las iglesias prohibieron a sus miembros seguir a un movimiento de avivamiento.

Por eso, en la historia sucedía normalmente lo siguiente: Algunos creyentes fueron "avivados" y comenzaron a acercarse a Jesús. Pero su "envase", su iglesia, se quedó como estaba y no se acercó a Jesús. Por eso crecieron las tensiones entre los cristianos avivados y sus iglesias respectivas. Con el tiempo, la distancia se hizo tan grande que los cristianos avivados se vieron obligados a separarse de sus "envases". (Sea porque ellos mismos decidieron abandonarlo, o sea porque fueron expulsados.) En cambio, ellos encontraron comunión y unidad con otros cristianos avivados (a menudo desde trasfondos diferentes), estando cerca de Jesús. Esta unidad era más intensiva en los comienzos del avivamiento, mientras la comunión con Jesús era lo más importante y la organización importaba poco. Pero con el tiempo, el avivamiento se enfrió, y entonces se puso más énfasis en "organizar" esta nueva comunidad que había surgido. Se empezó a formar un nuevo "envase". Pero al mismo tiempo, este nuevo "envase" comezó a alejarse del centro.

Pablo advirtió a los corintios que no se identificasen con "denominaciones" humanas:
"...que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?" (1 Cor.1:12-13)
"¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. ... Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo." (1 Cor.3:5.11)

En otras palabras dice Pablo: "Yo no reclamo ningún derecho de propiedad sobre vosotros. No soy yo quien dio su vida por ustedes; fue Cristo quien hizo eso. El y nadie más es vuestro fundamento y vuestro dueño. Entonces no se hagan seguidores de líderes o denominaciones."

Se podrían mencionar diversos ejemplos históricos de como surgió la unidad de los cristianos en tiempos de avivamiento, y como más tarde el avivamiento enfriado se convirtió en una nueva denominación. Lo vemos por ejemplo en estas citas del libro "Azusa Street" por Frank Bartleman:

"Un gran espíritu de humildad se manifestaba en esa reunión. Estaban concentrados en Dios. Evidentemente, el Señor había encontrado su pequeño remanente, afuera, como siempre, a través de los cuales podría hacer su voluntad. Esto no podía hacerlo en ninguna obra misionera del país. Todas estaban en manos de hombres. ... El Espíritu había nacido de nuevo otra vez en un humilde 'establo', fuera de las instituciones eclesiásticas, como siempre. Un cuerpo debe ser preparado, en arrepentimiento y humillación, para todo derramamiento del Espíritu."

"... No teníamos papa ni jerarquía alguna. Eramos 'hermanos'. No teníamos un programa humano. Dios mismo nos dirigía. No teníamos clase sacerdotal, ni tareas sacerdotales. Estas cosas vinieron después, con la apostasía del movimiento. En el principio ni siquiera teníamos una plataforma o un púlpito. Todos estábamos a la misma altura. Los ministros eran siervos, según el verdadero sentido de la palabra."

"La atención de la gente debe dirigirse primero, y siempre, a Cristo. Un verdadero 'Pentecostés' producirá una muy fuerte convicción de pecado, un volverse a Dios. ... Cualquier obra que exalte al Espíritu Santo o a los 'dones' por sobre Jesús, terminará en el fanaticismo. Todo lo que hace exaltar y amar a Jesús es bueno y seguro..."

"Un día Dios me mostró que (los líderes de la Calle Azusa) estaban pensando en organizarse, aunque no se había pronunciado una palabra al respecto. El Espíritu me lo reveló. El hizo que me pusiera de pie y les advirtiera sobre el peligro de hacer de la obra pentecostal un grupo 'partidario'. Los santos 'bautizados' debían permanecer en 'un solo cuerpo', como habían sido llamados, y ser libres, como su Espíritu era libre, no 'atados nuevamente en un yugo (eclesiástico)'. ... Al día siguiente de que yo lanzara esta advertencia, encontré sobre la puerta de Azusa un cartel que decía: 'Obra Misionera de la Fe Apostólica'. El Señor me dijo: 'Esto es lo que yo te decía.' Lo habían hecho. Un 'espíritu partidista' no puede ser 'pentecostal'. ... Luego trataron de incluir a toda la obra de la costa en esta organización, pero fallaron miserablemente. ... El pueblo de Dios debe estar libre de jerarquías."

"A medida que el movimiento caía en la apostasía, comenzaron a construirse plataformas más altas, a vestir sacos más largos ... Los reyes volvieron nuevamente a sus tronos, restaurada su soberanía. Ya no éramos 'hermanos'. Entonces se multiplicaron las divisiones. Mientras el hermano Seymour mantuvo su cabeza dentro de una caja vacía en Azusa, todo anduvo bien. (Nota: El pasaba el mayor tiempo en las reuniones así, orando, en vez de "dirigir".) Pero finalmente le construyeron un trono a él también. Ahora tenemos, no una jerarquía, sino muchas."

Podemos observar sucesos similares en otros avivamientos, como los metodistas o los hermanos moravos: Al inicio, lo más importante era ser unido con Cristo. De esta unión con Cristo surgió automáticamente una unidad entre los cristianos avivados. Pero con el tiempo, se puso más y más énfasis en la "organización" y la "institución", mientras la relación con el Señor mismo se enfrió - y con eso se enfrió también el avivamiento, y la unidad entre los cristianos.

Artículo relacionado: "El ciclo repetido de la historia eclesiástica: Avivamiento y apostasía"


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